lunes, 26 de noviembre de 2012
lunes, 19 de noviembre de 2012
Extractos, de "Summa Logicae" de Guillermo de Ockham, sobre naturaleza de los universales
Guillermo de Ockham (1280 aprox.-1349)
Cap. 14
2. El universal como signo
natural y como signo convencional.
"Pero hay que saber que
el universal es doble: existe cierto universal natural que es signo natural
predicable de muchos al modo como el humo es naturalmente signo del fuego, el
gemido del enfermo lo es del dolor, y la risa de la alegría interior; y este
universal no es sino una intención del alma, de manera que ninguna substancia
que existe fuera del alma, ni cualquier accidente que existe fuera del alma, es
universal en este sentido. Y de tal universal hablaré en los capítulos
siguientes. Existe otro universal por institución voluntaria, y así la voz
proferida, que es verdaderamente una cualidad numéricamente una, es universal,
porque es un signo voluntariamente instituido para significar muchas cosas. Por
donde, así como la voz es llamada común, así puede decirse que es universal;
pero esto no lo tiene por su propia naturaleza, sino tan sólo por voluntad de
los quelo han determinado".
Cap. 15
3. Lo universal no existe como substancia fuera del alma.
"Y porque no basta
exponer estas cosas, sino que también han de ser racionalmente demostradas,
aduciré algunas razones en favor de las mismas y las confirmaré por
autoridades. En efecto, que ningún universal es una substancia que existe fuera
del alma se puede probar evidentemente. Primero, así: ningún universal es una
substancia singular y numéricamente una, pues si afirmásemos que lo es, se
seguiría que Sócrates sería un universal, porque no existe mayor razón para que
sea universal una substancia singular más que otra cualquiera. Por
consiguiente, ninguna substancia singular es universal, pues toda substancia es
numéricamente una y singular, porque toda cosa es una cosa y no muchas, y pues,
es una cosa y no muchas, es una numéricamente, pues esto es lo que todos dicen
uno numéricamente.
Pero si una substancia es
muchas cosas, o es muchas cosas singulares, o muchas cosas
universales. Si lo primero, se
sigue que una substancia sería muchos hombres, y entonces, aunque el universal
se distinguiera de un particular, no se distinguiría, sin embargo, de los
particulares; y si alguna substancia fuera muchas cosas universales, tomo una
de aquellas cosas universales y pregunto: o es muchas cosas, o una y no muchas.
Si lo segundo, se sigue que es singular; si lo primero, pregunto si es muchas
cosas singulares, o muchas cosas universales; y así se tendría un proceso
infinito, o se concedería que ninguna substancia es universal de modo que no
sea algo singular.
Igualmente, si lo universal
fuera algo existente en las substancias singulares, distinta de ellas, se
seguiría que podría existir sin ellas, porque toda cosa anterior a otra
naturalmente puede existir sin ella según la potencia divina. Mas el consiguiente
es un absurdo, luego, etc.
Igualmente, si esa opinión
fuese verdadera, ningún individuo podría ser creado, si algo del individuo
preexistiera, porque no recibiría todo su ser de la nada, si el universal que
existe en él existió antes en otro. Por lo mismo, se seguiría que Dios no
podría aniquilar simplemente a un individuo, si no destruyese a todos los demás
individuos, porque si aniquilase a algún individuo destruiría todo lo que
existe de esencia de aquel individuo, y, por consiguiente, destruiría también
lo universal que existe en él y en los otros, y, por consiguiente, no
permanecerían los otros, porque no pueden permanecer sin una parte de su
substancia cual es la puesta por aquel universal.
Igualmente, tal universal no
puede ser afirmado como siendo algo totalmente fuera de la esencia del
individuo, y, por consiguiente, el individuo se compondría de universales, y
así el individuo más sería universal que singular.
Asimismo, se sigue que algo de
la esencia de Cristo sería miserable y condenado, porque aquella naturaleza
común que existe realmente en Cristo y en el condenado sería condenada como en
Judas. Mas esto es absurdo, luego....
Otras muchas razones pueden
ser aducidas que omito por brevedad" ".
Cap. 15
4. El universal como acto del entendimiento.
"Y, por tanto, hay que conceder simplemente que
ningún universal es substancia, de cualquier manera que sea considerado, sino
que cualquier universal es una intención del alma que, según una opinión
probable, no se distingue del acto de entender. Por donde dicen que la
intención por medio de la cual entiendo los hombres, es un signo natural
significando al hombre, y de tal manera natural como el gemido es signo de
enfermedad o dolor, y es un signo que puede estar puesto, en vez de los hombres,
en las proposiciones mentales, como la voz puede estar puesta en vez de las
cosas, en las proposiciones vocales. Que, en verdad, el universal sea una
intención del alma, suficientemente lo expresa Avicena en Met.5, donde dice:
digo, pues, que el universal se dice de tres maneras; pues se dice universal lo
que se predica de muchos en acto, como hombre; pero se dice universal a la
intención, la cual nada impide opinar que se predique de muchos. Por lo que es
evidente que el universal es una intención del alma,
naturalmente apta para ser
predicada de muchas cosas. También puede ser esto confirmado por medio de la
razón, pues todo universal puede ser predicado de muchos; mas solamente la
intención del alma o un signo voluntariamente instituido puede ser predicado de
muchos, y no substancia alguna. Luego, solamente la intención del alma, o un
signo voluntariamente instituido, es universal. Pero ahora no hablo del signo
universal como signo voluntariamente instituido, sino que lo tomo por el que es
naturalmente universal. Que la substancia, empero, no puede naturalmente
predicarse, es evidente, porque de lo contrario, se seguiría que la proposición
se compondría de substancias particulares, y, por consiguiente, el sujeto
estaría en Roma y el predicado en Oxford, lo que es absurdo. Asimismo, la
proposición está en la mente, o en la voz o palabra, o en el escrito, y así no
son substancias particulares.
Consta por tanto que ninguna
proposición puede estar compuesta de substancias porque se compone de
universales. Por consiguiente, los universales no son substancias en manera
alguna".
Cap. 16
5. El universal sólo existe en
el alma y no fuera de ella.
"Aunque sea evidente que
el universal no es una substancia que exista fuera del alma en los individuos,
realmente distinta de ellos, creen algunos, sin embargo, que el universal
existe, en cierto modo, fuera del alma en los individuos, no, ciertamente,
distinguiéndose realmente de ellos, sino tan sólo formalmente; en verdad, no
forman dos cosas, pero la una no es formalmente la otra. Pero esta opinión
parece ser irracional, porque en las criaturas no puede existir distinción
alguna fuera del alma, en la forma que sea, a no ser que existan dos cosas
distintas. Por consiguiente, si entre una naturaleza y una diferencia se da
alguna clase de distinción, es necesario que sean dos cosas realmente
distintas. Lo prueba así por un silogismo: tal naturaleza no se distingue
formalmente de aquella
naturaleza; esta diferencia individual es distinta formalmente de
esta naturaleza, luego esta
diferencia individual no es esta naturaleza. Asimismo, una misma cosa no es
común y propia; pero según ellos la diferencia individual es propia y el
universal es común. Luego, ningún universal es una misma cosa con la diferencia
individual. Asimismo, a una misma cosa no pueden convenir cosas opuestas. Lo
común y lo propio son cosas opuestas, luego, la misma cosa no es común y
propia, lo que se seguiría, no obstante, de ser la diferencia individual y la
naturaleza común una misma cosa. Asimismo, si la naturaleza común se identifica
realmente con toda diferencia individual, en dicho caso habría realmente tantas
naturalezas comunes como diferencias
individuales, y
consecuentemente ninguna sería común, sino propia de cada diferencia con la que
se halla realmente identificada. Asimismo, toda cosa se distingue por sí misma
y no por otra, de todo aquello de lo que se distingue. Pero una es la humanidad
de Sócrates, y otra la de Platón, por consiguiente, se distinguen por sí
mismas, no por medio de diferencias añadidas. Asimismo, según Aristóteles, todo
lo que se diferencia por medio de la especie, se distingue numéricamente. Ahora
bien, la naturaleza del hombre y la del asno, se diferencian específicamente
por sí mismos, y, en consecuencia, por sí mismas, cualquiera de ellas es una
numéricamente. Asimismo, lo que por ningún poder puede competir a muchos, por
ningún poder es predicable de muchos, pero una tal naturaleza, si es realmente
idéntica con la diferencia individual, por ninguna potencia puede convenir a
otro individuo. Luego por ninguna potencia puede ser predicable de muchos, y,
por consiguiente, por ninguna potencia puede ser universal.
Asimismo, tomo esa diferencia
individual y esa naturaleza a la que contrae, y pregunto: o entre ellas existe
una distinción mayor que la que existe entre dos individuos, o menor. No es
mayor, porque no difieren realmente. Tampoco es menor, porque entonces serían
de la misma razón como los individuos son de la misma razón, y, por
consiguiente, si uno es de sí uno numéricamente, también el otro sería uno
numéricamente. Asimismo, pregunto: si la naturaleza es la diferencia individual
o no. Si lo es, argumento silogísticamente así: esta diferencia no es distinta
formalmente de la diferencia individual; luego la naturaleza no es distinta
formalmente de la diferencia individual.
Asimismo, esta diferencia es propia y no común, y esta
diferencia individual es la naturaleza; luego la naturaleza es propia y no
común. Si se dice que esta diferencia no es la naturaleza, se consigue lo
propuesto, pues se sigue que la diferencia individual no es realmente la
naturaleza, porque del opuesto del consiguiente se sigue lo opuesto del
antecedente arguyendo así: la diferencia individual es realmente la naturaleza;
luego la diferencia individual es la naturaleza. La consecuencia es evidente
porque de un determinable tomado con una determinación que no le separa ni le
disminuye se sigue una buena consecuencia para el determinable tomado en sí
mismo. Ahora bien, el realmente no e una determinación que separe o disminuya;
por consiguiente existe una buena consecuencia diciendo: la diferencia
individual es realmente la naturaleza; luego la diferencia individual es la
naturaleza.
Por lo que hay que afirmar que
en las criaturas no existe una tal distinción formal, sino que todas las cosas
que en las criaturas son distintas, son también cosas distintas, si cada
una de ellas es una verdadera
cosa. Por consiguiente, así como en las criaturas nunca
ceben negarse estos modos de argumentación: Esto es A, esto es B; luego
B es A, tampoco deben negarse nunca estros otros: esto no es A, esto es B;
luego B no es A. Porque siempre que cosas contradictorias se verifican de
algunas cosas, dichas cosas son distintas, a no ser que alguna determinación o
algún sincategorema sea la causa de una total verificación, lo que en este caso
no debe suponerse. Y, por tanto, debemos afirmar con los filósofos que en la
substancia particular nada existe enteramente substancial, a no ser la forma
particular o la materia particular o algo compuesto de ambos, y por esto no se
puede fingir que en Sócrates existe la humanidad y la naturaleza humana
distinta en alguna manera de Sócrates, a lo que se añade una diferencia
individual que contrae dicha naturaleza, sino que todo lo substancial que sea
imaginable que exista en Sócrates, o es la materia particular o la forma
particular, o lo compuesto de ambas, y por lo tanto toda esencia y quiddidad y
todo lo que es substancial, si existe realmente fuera del alma, o es materia simple
y absolutamente o es forma, o lo compuesto de ambos, o una substancia
inmaterial separada, según la doctrina de los peripatéticos.
martes, 30 de octubre de 2012
Conferencia de la Dra. Silvia Magnavacca (UBA)
Lugar: Sala del Consejo - FHUCE/UdelaR
8/11/2012
"LA ESCOLÁSTICA MEDIEVAL: MENTIRAS Y PREJUICIOS PERSISTENTES"
http://sfu.org.uy/sfu_blog/wp-content/uploads/2012/10/Afiche-Magnavacca-Escol%C3%A1stica.pdfviernes, 19 de octubre de 2012
"Sobre Metafísica/Najat" - Avicena (extractos)
AVICENA, Sobre metafísica: (antología), traducción del
árabe, introducción y notas de Miguel Cruz Hernández, Revista de
Occidente, Madrid, 1950.
20. La creación1
a) Analogía de la creación. –Toda fuerza puede ser
considerada tanto en sí misma como en su relación con aquello que
se sigue de ella, habiendo sido engendrado por ella. La relación de
todas las cosas secundarias a la primera, en general, es una relación
de creación (ibdā‘)2;
y así concretamente, la inteligencia posee propiamente la relación
de creación. Después, cuando un intermediario se presenta entre
ella y dos seres secundarios, se establece una relación de jerarquía
en la cual ésta implicaba el alma. A esto sigue otra relación de
creación (ḫalq)3;
y las cosas elementales, en tanto que son generales y corruptibles,
existen por una razón de generación (takwīn)4.
La creación (ibdā‘) es propia de la inteligencia, la jerarquía
fluye desde ella hasta el alma; la creación (jalq) es propia de los
seres físicos y hace subsistir todos dios; y la generación (takwīn)
es propia de aquellos seres físicos que son engendrables y
corruptibles5.
b) Dependencia de lo creado respecto del Creador. –En la
opinión vulgar la dependencia de la cosa que se llama «hecha»
respecto de la cosa que se denomina «agente», es tan sólo en el
sentido en que el no-filósofo llama «hecho» a lo que se hace y
«agente» a quien hace. Este aspecto significa que aquello ha sido
creado, fabricado y hecho y que el otro lo hace existir, lo fabrica y
lo hace. Y todo esto viene a querer decir que el ser es actualizado
para una cosa por otra cosa, después de no haber existido antes el
primero.
Pero hay algunos que llegan a afirmar que si fuese posible que el
Creador no existiese, ciertamente su no-existencia no perjudicaría a
la existencia del universo, ya que el universo sólo tenía necesidad
del Creador para pasar del no-ser al ser, de tal modo que El sería
Agente sólo por esto. Pero una vez que El ha hecho al mundo y le ha
dado la existencia de la nada (‘an al-‘adam)6,
¿cómo podría pasar de nuevo el mundo del no-ser al ser de modo que
tuviese necesidad de un agente?
Mas esto no es así de modo alguno; por ello es preciso que
analicemos el sentido de nuestra expresión: ha creado, ha
fabricado, ha hecho existir. Y así decimos: cuando una cosa ha
sido no-existente y después existe –tras de su no existencia–
por una cosa cualquiera, decimos que es hecha (maf‘ūl)7;
y la cosa que se opone a ésta y por la cual aquella otra existe, la
llamamos agente (fā‘il)8.
Después, en la idea de acto entra la existencia y el no-ser; la
realización de esta existencia tras el no-ser es como un atributo
que se da como predicado a esta existencia. Pero el no-ser no depende
en modo alguno del agente, ni a título de cosa hecha, ni
positivamente, y sólo queda, por tanto, que tenga una dependencia en
tanto que esta existencia es, o bien la existencia de lo que no es
necesario, o bien la existencia de aquello cuya existencia debe ser
precedida del no-ser.
Si pudiese admitirse que aquello que viene precedido del no-ser no
fuese necesario por otro –y esto puede admitirse por definición–,
no existiría dicha dependencia. Por tanto, es evidente que esta
dependencia está causada del otro modo; y como este atributo es
predicado constante de los seres causados, no les conviene tan sólo
después del principio del ser, sino que esta dependencia existe
siempre y lo causado no puede jamás prescindir de su causa.
c) Creación y posibilidad. –Todo lo que comienza a
ser (ḥādiṯ)9
antes de existir ha sido posible, ya que su posibilidad no ha podido
ser actualizada. Esta posibilidad es distinta de la acción efectiva
del ser que tiene poder sobre lo que tiene un comienzo, y por sí
misma no es una cosa inteligible cuyo ser exista fuera de un sujeto
de inhesión; antes al contrario, es relativa y precisa de un sujeto.
Así, todo ser que tiene un comienzo está precedido por una potencia
de ser y por un sujeto. Esta precedencia no es temporal ni local,
sino que es una anterioridad o posterioridad esencial que expresa el
empezar a ser esencial. Así, si el agente existe en sí y sin
embargo no es causa por esencia, la existencia del efecto dependerá
de la existencia de otra disposición; si ésta está allí presente
–sea una naturaleza, una voluntad decisiva o cualquier otra cosa–,
será necesaria la existencia del efecto; pero si no se encuentra
allí, será necesaria su no-existencia.
d) Jerarquía de la creación. –En la dependencia esencial
de lo creado respecto del creador hay una jerarquía. Hay creación
(ibdā‘) cuando de una cosa procede el ser de otra dependiendo
únicamente de ella, sin intermedio alguno de materia, instrumento o
tiempo; pues lo que es precedido del no-ser temporal no puede
prescindir de un intermediario. La creación (ibdā‘) es,
por tanto, un más alto grado y que la producción por generación
(takwīn) y que la producción temporal (ihdāt)10.
Pero se dice también creación (jalq)11
en dos sentidos. En primer lugar, esto significa adquirir el ser, sea
el que fuere. Y también dar la existencia a un ser que se actualiza
por la materia y la forma, sea como fuese. Así, se llama creación,
en este segundo sentido, a todo acto existente que no haya estado
precedido de cualquier ser en potencia, por encontrarse limitado en
el ser por la materia y la forma.
En tercer lugar, creación (ihdāt)12
se dice desde dos puntos de vista, uno temporal, otro intemporal.
Producción temporal (ihdāt zamānī)13
significa hacer existir una cosa que no había existido en el tiempo
que precede; producción intemporal (ihdāt lā zamānī
lahu), significa dar el ser a una cosa que no poseía este ser, ni en
tal tiempo ni en otro, ni en ningún tiempo14.
Pues del mismo modo que la cosa a veces empieza a ser según el
tiempo, así también otras veces comienza a Ser según la esencia.
Aquello cuyo ser empieza, es lo que llega a ser después de no
haber sido; la posterioridad como la anterioridad son, pues,
tanto por relación al tiempo como por relación con la esencia. Pues
lo que existe por sí precede a lo que no existe por sí; y todo ser
causado tenía en sí primero el no-ser y después el ser por una
causa. Todo lo que es causado es, por tanto, engendrado (muḥdaṯ)15;
es decir, recibe su ser por otro después de haber tenido en su
esencia el no ser. Por consiguiente, todo lo causado es por sí mismo
engendrado. Y si existiese siempre, por ejemplo, adquiriendo su ser
de aquel que lo dona, sería siempre engendrado y tendría una
posterioridad esencial en tanto que su ser existía después de no
haber sido. Pues su comienzo no tiene lugar solamente en un instante
del tiempo, sino que él es «lo que comienza a ser» en todo
tiempo y en toda su duración. Así que no puede ser «lo que
comienza a ser» después de no haber sido en el tiempo, si no es
precedido de la materia de la cual ha tomado su comienzo16.
21. Modo de la creación17
a) Cómo interpreta Avicena la creación según el Alcorán.
–¡Alabanza a Dios que hiende la oscuridad de la nada por la
luz del ser, y extiende sobre las esencias futuras y las moles de los
seres posibles las operaciones del bien por pura generosidad y
liberalidad pura! El ha dicho –Aquel cuyo secreto pensamiento es
santo–, ha dicho magníficamente: «Digo: yo me refugio cerca del
Señor de la Aurora.»18
Este, el que hiende las tinieblas de la nada por la luz del
ser, es el Primer Principio, el Ser Necesario por sí. La aurora
del ser es uno de los concomitantes de su Bondad absoluta que
desborda su esencia concreta individual y es dirigida por e1 destino
primero. El primer ser que de El emana es su decreto inmutable en
el que no hay mal alguno, salvo lo que se oculta bajo la irradiación
de la luz primera, que es el polvo inherente a esta esencia creada de
su Esencia. Ciertamente El –¡ensalzado sea!– colocó en primer
lugar la expansión, el desbordamiento de la luz del ser sobre
las esencias posibles, a pesar del mal inherente a éstas. Y si se
pregunta: ¿por qué ha dicho «cerca del Señor de la Aurora» y no
«cerca del Dios de la Aurora» o algo de este género? Entonces es
preciso responder que es debido a que el Señor es dueño de todo lo
que está sometido. Y el que está sometido es el que no puede en
modo alguno prescindir de su Señor. Mira al niño que su padre
educa. ¿Puede, mientras está sometido, prescindir del que lo
enseña? Así, ciertamente las esencias posibles no pueden prescindir
en ningún momento de su existencia, ni en ningún estado en que se
encuentran, del desbordamiento del Primer Principio19.
b) El Ser Necesario lo es también como Creador. El
Principio de todo es una esencia necesaria, pero el Ser Necesario
necesita de todo lo que existe a partir de El, pues de otro modo
tendría una disposición que no existiría, y de este modo no sería
necesario en todos sus aspectos. Si, por el contrario, una
disposición nueva fuese colocada, no en su esencia, sino fuera de su
esencia –como algunos suponen a la Voluntad–, entonces habría
que preguntarse cómo la voluntad se originaría de la esencia.
¿Acaso existe algo por voluntad, por naturaleza o por cualquier otra
causa no importa la que sea? Siempre que es colocada una cosa que
comienza a ser después de no haber sido, o bien es colocada como
nueva en la esencia del Ser Primero, o bien como no-nueva en su
esencia; y al contrario, como algo separado de su esencia. Esto nos
vuelve a nevar a lo que ya dijimos, pues si comienza en su esencia,
El mismo es invariable. Es, por tanto, evidente que el Ser Necesario
por sí es necesario bajo todos sus aspectos20.
c) La esencia de Dios es irradiante . –Queremos
explicar en este capítulo que cada uno de los seres ama el Bien
absoluto con amor increado y que el Bien absoluto se manifiesta21
a [todo el] que lo ama, en tanto que los
seres reciben su iluminación y se unen a El en grados diversos. La
máxima unión22
con El es en verdad la recepción de su iluminación23;
quiero decir del modo más perfecto que sea posible. Esta idea es lo
que los sufies llaman «unión»24.
Y El, a causa de su Bondad superabundante, desea que su iluminación
se extienda; pues ciertamente la existencia de todas las cosas es por
medio de su iluminación.25
Así, el Bien primero por sí se nos presenta como irradiante para
todos los seres; pues si su esencia fuera por sí oculta para todos
los seres no se manifestaría a éstos, y ciertamente El no sería
conocido y nada de El podría ser dado. Y si su Esencia fuese de este
modo por influencia de otro, sería preciso seguramente que El
tuviese en su Esencia sublime, por la acción de acoger algo extraño,
la influencia de otro, y esto es un absurdo. Por el contrario, su
Esencia es per se irradiante, pero a causa de la incapacidad
de ciertas esencias para recibir su irradiación está oculto a las
miradas. Así, pues, en realidad no hay velo nada más que para los
seres velados; el velo es la impotencia, la debilidad, la
imperfección; su Irradiación es la realidad de su Esencia, pues El
no se manifestaría por sí en su Esencia si en verdad no fuese así.
Su esencia generosa, pues, es irradiante, y por esto los filósofos
le llaman a veces: «forma de la inteligencia». Pues si el Bien
absoluto no se manifestase a lo que es donado por El y si esto no
fuese donado, estas no existirían. Ya que si no existiese su
irradiación, no habría existencia. De este modo su irradiación es
causa de toda existencia26.
d) La irradiación es consecuencia de la Ciencia Divina.
–Ya hemos visto, según lo que hemos dicho anteriormente, que el
Ser Necesario es Uno por esencia, que no tiene cuerpo ni existe en
cuerpo alguno, y que no puede dividirse en modo alguno. Además,
todos los seres existen gracias a El y es inadmisible que tenga un
principio bajo ningún aspecto ni una causa; ni causa de la que El
procediera, ni que El existiera en una causa, ni por una causa, ni
para una causa, de tal modo que pudiese existir por causa de algo.
Así, no se puede admitir que el flujo de todas las cosas procede de
El por medio de una decisión concebida por EL que fuese semejante a
nuestra decisión, de producir todas las cosas y de darles el ser.
Pues en este caso El tendería hacia algo que no era El mismo, y esto
conduciría a introducir la multiplicidad en 1a esencia. Habría en
El entonces algo por lo cual se propondría un fin; esto sería su
conocimiento, su ciencia de la necesidad del fin, su buen placer o
una cierta bondad existente en El que vendría a exigir esto. Tendría
acto seguido el fin y después una utilidad que el fin le conferiría,
y esto es absurdo. Por tanto, el fluir del todo no proviene de El por
vía de naturaleza, ya que la existencia del todo no procede de El
por conocimiento ni por consentimiento. Pero ¿cómo es posible esto
si El es una Inteligencia pura que conoce su esencia? Es, por tanto,
preciso reconocer que E1 está acompañado de la existencia del todo
que procede de El, ya que sólo comprende su esencia como una
Inteligencia Pura y un Principio Primero.
Así, pues, sólo conoce la existencia del todo que procede de El, en
tanto que El es su principio. Por esto no hay en su esencia obstáculo
alguno ni repugnancia a la emanación de todo ser de El. Su esencia
conoce que su perfección y su grandeza proceden de aquello que el
bien hace proceder de El y que hay en ella uno de los concomitantes
de su majestad que es amable a causa de El por sí misma. Toda
esencia conoce que emana de ella, sin que ningún impedimento pueda
mezclarse ahí; por esto se complace en todo lo que de ella procede.
El Ser Primero, por tanto, se complace en el desbordamiento del todo
que procede de El.
Sin embargo, la Verdad Primera tiene solamente por acto primero y
esencial el conocer su esencia, que es por sí sola principio del
orden del bien en el Ser. Pues comprende el orden del bien en el ser
del modo que es conveniente que sea; este orden no lo aprehende como
una inteligencia que pasa de potencia a acto, ni como una
inteligencia que pasa de un inteligible a otro, ya que su esencia
está exenta de todo lo que existe en potencia, como antes hemos
explicado, sino que lo aprehende, por el contrario, como una
inteligencia una, y todo de una sola vez.
De lo que ella conoce del orden del bien en el ser se sigue el que
conozca cómo es posible este orden y cómo podrá ser del mejor modo
posible, a fin de que de este modo el ser del todo se actualice según
las exigencias de lo comprendido por ella. Pues en ella la verdad
conocida es ella misma –como ya sabéis–: ciencia, potencia y
voluntad. Su acto de intelección es causa de la existencia, según
el modo que ha como prendido; y el ser de lo que procede de ella se
produce por vía de concomitancia y por consecuencia de su propio
ser, como una continuación de su existencia; pero no en el sentido
de que su ser existiese a causa de la existencia de otra cosa
distinta de ella misma, sino que lo hace todo en el sentido de que
ella es el ser de quien desborda toda existencia, de quien procede un
flujo que se separa de su esencia27.
22. La procesión de los seres creados.
Cómo se produce la multiplicidad de los seres creados. –El
realizarse de todo aquello que procede del Ser Primero tiene lugar
por vía de concomitancia, ya que es cierto que el Ser Necesario por
sí mismo es necesario en todos sus modos, como acabamos de explicar.
Pero es inadmisible que el primero de los seres creados que proceden
de El, es decir, de las criaturas, sea múltiple numéricamente o por
la división en materia y forma, ya que entonces estaría acompañado
de algo que no puede proceder de El por sí solo o por otra cosa. Es,
por tanto, evidente que el primero de los seres que proceden de la
Causa Primera es uno numéricamente, y que su esencia y su quidditas
no existen en materia alguna, ya que ningún cuerpo ni ninguna de
las formas que son perfecciones de los cuerpos pueden ser sus efectos
más próximos. El Primer Ser Causado es una inteligencia pura, en
tanto que es una forma que subsiste sin necesidad de materia; es la
Primera de las Inteligencias separadas y parece ser el principio
motor del cuerpo mas alejado al incitarlo al deseo.
Es evidente que el Primer Ser Causado no puede ser una forma
material, y mucho menos puede ser una materia; por esto es necesario
que el primer causado sea una forma radicalmente inmaterial o, mucho
mejor, una inteligencia. También sabéis que existen varias
inteligencias y varias almas separadas: sería absurdo que su ser
fuese adquirido por el intermedio de algo que no fuese separado. Pero
también, en el conjunto de los seres que proceden del Ser Primero,
hay cuerpos; y bien sabéis que éstos no tienen ningún medio, para
proceder del Ser Primero sin intermediario; luego tienen que proceder
de El por un intermediario. Igualmente sabéis que el intermediario
no puede ser puramente uno, pues ya sabéis que lo que es uno en
tanto que es uno sólo puede producir lo uno. Con mayor razón ha de
existir este intermediario para los cuerpos de los primeros seres
creados a causa de la dualidad que exista necesariamente en ellos, o
a causa de cualquier clase de multiplicidad28.
b) Multiplicidad de las inteligencias, almas y esferas
celestes. –Así, no puede haber en ellas
multiplicidad alguna –en las Inteligencias separadas–, sino del
modo que yo lo digo. Esto es: que lo causado sea posible por sí y
necesario por el Ser Primero. Es necesario porque es una Inteligencia
y porque conoce su esencia y conoce al Ser Primero necesariamente. Es
preciso, pues, que exista en ella alguna multiplicidad en el sentido
de que comprende su esencia como posible en sí, comprende también
que la necesidad de su existencia procede del Ser Primero que es
Inteligible por esencia y que, finalmente, comprende al Ser Primero.
La multiplicidad que le pertenece no procede del Ser Primero, pues la
multiplicidad de su ser es suya por esencia, no a causa del Ser
Primero; antes al contrario, es del Ser Primero de quien tiene la
necesidad de su ser, pues la multiplicidad procedente de aquello que
conoce al Ser Primero y conoce su esencia, es una multip1icidad
inherente a la necesidad de su comienzo, en tanto que procede del Ser
Primero.
1AVICENA,
Sobre metafísica:
(antología), pp.
158 – 162.
2Ibdā‘:
creación, invención < bada‘: inventar, descubrir, crear; cfr.
mubdi‘: creador.
3ḫalq:
creación, criaturas < ḫalaq:
crear, forjar.
4Takwīn:
creación, formación < kanakawn: ser, tener lugar.
5Risālat
al-Nirūziya, 137.
La Creación se dice en árabe de distintas maneras. Se llama
Creación: 1. A la procedencia de una cosa de otra (takwīn); o sea,
a la generación.
Pero propiamente
hablando, esta generación no es una creación, sino una
transformación. 2. A la creación propiamente dicha respecto de la
inteligencia (ibdā‘); y 3. A la creación propiamente dicha
respecto de los seres físicos (Jalq). Jalq
es el equivalente
del Bara' bíblico;
pero a veces ibdā‘
se utiliza también
en el mismo sentido. (Nota de M. Cruz)
6Proceder
de la nada, se dice en árabe ‘an
al-‘adam, que
literalmente se corresponde absolutamente con la expresión latina
ex nihilo;
‘an,
en árabe, tiene el mismo sentido de procedencia y dependencia que
el ex latino,
y ambos son mucho más rigurosos que nuestra preposición de.
(Nota de M. Cruz)
7Maf‘ūl
efecto, resultado < fa‘al: hacer, obrar.
8Fā‘il:
agente < fa‘al.
9
ḥādiṯ:
suceso, caso, accidente, literalmente acción < ḥadaṯ:
suceder, acontecer, ocurrir, pasar, acaecer; no confundir con ḥadīṯ:
tradición del profeta Mahoma que proviene de ḥaddaṯ:
contar, relatar a.
10Ihdāt:
creación, producción, elaboración. Isārāt,
147-153. (Texto
resumido)
11Jalq
se emplea en el
Alcorán con
el sentido de creación, ex
nihilo, como
equivalente del bara’
del Génesis.
Ahora bien,
filosóficamente Avicena reduce su extensión y sólo considera Jalq
a la creación
mediata y en especial a la creación del ser compuesto de materia y
forma (Risālat
al-Hudūd, 101).
Jalq,
sin embargo, cae
dentro del concepto de ibdā‘,
que engloba también
a takwīn. (Nota
de M. Cruz)
12Ihdāt,
en sentido general,
quiere decir comenzar
a ser; en un sentido
más restringido hay que distinguir en el ihdāt
dos aspectos: el
temporal y el intemporal. La producción
temporal (ihdāt
zamānī) quiere decir crear lo que antes no existía; la producción
intemporal (ihdāt la zamānī lahu) significa dar el ser a una
cosa. (Nota de M. Cruz)
13Zamani:
tiempo, época, momento < zamin: sufrir de un mal crónico.
14Risālat
al-Hudūd, 101-102.
Esta última definición se encuentra en el Kitāb
al-ḥudūd (Libro
de las Definiciones)
de Avicena.
16Nachāt,
363-364. Si ahora
quisiéramos hacer una jerarquía de los seres por su relación con
la creación tendríamos: 1. El Ser Necesario Creador (Muhdit); y 2.
Los seres creados (muhdatūn). Y éstos los subdividiríamos por el
modo de la Creación: 1. Los seres creados inmediatamente
(mubda‘ūn); y 2. Los seres creados mediatamente, que serían
mujlūqāt, en cuanto que compuestos de materia y forma eran creados
originalmente y mutakawwanūn en cuanto a sus cambios sustanciales.
En todos ellos lo que esencialmente hay de común es el recibir el
paso del no ser al ser por la esencia del Creador. (Nota de M.
Cruz)
17AVICENA,
Sobre metafísica:
(antología), pp.
163 – 168.
18La
sura 113 del Corán ha sido comentada por Avicena, el texto completo
de la misma es el siguiente:
¡En
el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso!
Di:
«Me refugio en el Señor del alba
del
mal que hacen sus criaturas,
del
mal de la oscuridad cuando se extiende,
del
mal de las que soplan en los nudos,
del
mal envidioso cuando envidia».
بِسْمِ
اللهِ الرَّحْمنِ الرَّحِيمِ
قُلْ أَعُوذُ بِرَبِّ الْفَلَقِ
قُلْ أَعُوذُ بِرَبِّ الْفَلَقِ
مِن
شَرِّ مَا خَلَقَ
وَمِن
شَرِّ غَاسِقٍ إِذَا وَقَبَ
وَمِن
شَرِّ النَّفَّاثَاتِ فِي الْعُقَدِ
وَمِن
شَرِّ حَاسِدٍ إِذَا حَسَدَ
19
Tafsīr al-mu‘awwadat al-‘ūlā. Edt. en la col. Chāmi‘ al-Badā’i‘, edt. Ct., págs. 24-26. La Creación, según Avicena, más que lo que nosotros entendemos tomo tal en sentido cristiano, es una emanación. Sin embargo, el Alcorán, respecto a la Creación, es tan tajante y concluyente como el Génesis. La Creación de que habla el Alcorán es la Creación ex nihilo sui et subjecti (Alcorán, VI, 72: VII, 52: X, 3: XI, 9: XIV, 22: XVI, 3: XXV, 6O; XXIX, 43: XXX, 7: XXXII, 3: XXXV, 17: XXXIX, 7: XLI, 8-11; XLVI, 2: LVII, 4; LXIV, 3). Cfr. La Metafísica de Avicena, páginas 133-137. (Nota de M. Cruz)
Tafsīr al-mu‘awwadat al-‘ūlā. Edt. en la col. Chāmi‘ al-Badā’i‘, edt. Ct., págs. 24-26. La Creación, según Avicena, más que lo que nosotros entendemos tomo tal en sentido cristiano, es una emanación. Sin embargo, el Alcorán, respecto a la Creación, es tan tajante y concluyente como el Génesis. La Creación de que habla el Alcorán es la Creación ex nihilo sui et subjecti (Alcorán, VI, 72: VII, 52: X, 3: XI, 9: XIV, 22: XVI, 3: XXV, 6O; XXIX, 43: XXX, 7: XXXII, 3: XXXV, 17: XXXIX, 7: XLI, 8-11; XLVI, 2: LVII, 4; LXIV, 3). Cfr. La Metafísica de Avicena, páginas 133-137. (Nota de M. Cruz)
20
Sifā’, II, 601.
Sifā’, II, 601.
21
Tajallā según el traductor el ingles.
Tajallā según el traductor el ingles.
22
La traducción inglesa agrega: El máximo grado, sin embargo, la capacidad de los últimos para recibir esta [unión] depende manifestación difiere en grado, y así igual la conexión que tienen con Él.
La traducción inglesa agrega: El máximo grado, sin embargo, la capacidad de los últimos para recibir esta [unión] depende manifestación difiere en grado, y así igual la conexión que tienen con Él.
23
Según la traducción inglesa: manifestación en su total realidad.
Según la traducción inglesa: manifestación en su total realidad.
24
Ittihād, según el traductor ingles.
Ittihād, según el traductor ingles.
25
En la traducción española se escinde gran parte del texto desde aquí hasta el último párrafo que se presenta modificado.
En la traducción española se escinde gran parte del texto desde aquí hasta el último párrafo que se presenta modificado.
26
‘Isq, VII, 87-90. La Creación es un concomitante (lāzim) de la Esencia divina; es un carácter que emana forzosamente de la esencia del Ser Necesario. Ahora bien, ¿cómo se produce esta emanación? El capítulo Acerca de la procesión de todos los seres, lo titula «Fī sudūr al-asyā’, de la emanación de todas las cosas, y se supone que en éstas entrarían también las cosas materiales. Sin embargo, el término emanación, por sí mismo, no obliga necesariamente al panteísmo. Así, Santo Tomás emplea emanatio y processio como términos que encierran la creación y procesión de las personas de la Santísima Trinidad (De Potentia, Q. X, arto 1, in corp.). Igualmente, Sertillanges y otros comentaristas modero nos de Santo Tomás, e incluso el propio Gilson, lo; utilizan para hablar del ser tomándolo de Santo Tomás. (Nota de M. Cruz) la traducción inglesa se encuentra en: IBN SINA, A Treatise on Love, translated by Emil L. Fackenheim, Medieval Studies.
‘Isq, VII, 87-90. La Creación es un concomitante (lāzim) de la Esencia divina; es un carácter que emana forzosamente de la esencia del Ser Necesario. Ahora bien, ¿cómo se produce esta emanación? El capítulo Acerca de la procesión de todos los seres, lo titula «Fī sudūr al-asyā’, de la emanación de todas las cosas, y se supone que en éstas entrarían también las cosas materiales. Sin embargo, el término emanación, por sí mismo, no obliga necesariamente al panteísmo. Así, Santo Tomás emplea emanatio y processio como términos que encierran la creación y procesión de las personas de la Santísima Trinidad (De Potentia, Q. X, arto 1, in corp.). Igualmente, Sertillanges y otros comentaristas modero nos de Santo Tomás, e incluso el propio Gilson, lo; utilizan para hablar del ser tomándolo de Santo Tomás. (Nota de M. Cruz) la traducción inglesa se encuentra en: IBN SINA, A Treatise on Love, translated by Emil L. Fackenheim, Medieval Studies.
27
Nachāt, 448-450.
Nachāt, 448-450.
28
Idem, 450-453.
Idem, 450-453.
jueves, 27 de septiembre de 2012
Textos de Porfirio de Tiro y de Boecio sobre los universales
Porfirio de Tiro
(232-304)
“EXPOSICIÓN DE LAS CATEGORÍAS DE ARISTÓTELES”
(“Porphyrii Isagoge et In Aristotelis Categorías
commentarium”)
Pregunta: ¿De qué manera es tomado
“común” en la definición de Aristóteles? Pero primero, dime ¿de cuántas formas
puede hablarse de “común”?
Respuesta: Afirmo que se dice
de muchas maneras. Cuando (1) se llama “común” lo que está dividido en partes,
como una barra de pan, y el vino si es una de las cosas que se dividen. Las
cosas son “comunes”, en este sentido, por estar divididas en partes de acuerdo
a cada uno de los seres. (2) Es denominado “común” lo que no se divide en
partes pero es recibido [heredado] por
muchos para su uso, como un caballo o un esclavo que es común a sus hermanos
[pares]. (3) Es denominado “común” aquello que está en posesión de alguien de
antemano, y luego de ser utilizado, retorna a su propiedad común. El baño
público y el teatro son tales cosas. También, en otro sentido, (4) es
denominado “común” lo que, totalmente, se da indivisible y simultáneamente en
el uso de muchos. De esta manera, mediante la voz del presentador, el uso del
teatro es común a los que están en él, ya que la voz no está dividida en lo más
mínimo en cada uno de los presentes.
Pregunta: Entonces, ¿en qué sentido es
tomado “común” en la definición de Aristóteles?
Respuesta: Digo que está de acuerdo con
el último sentido explicado, lo cual viene a ser un uso común y simultáneo de
muchos, ya que el mismo en su totalidad permanece indivisible. La palabra
“Ajax” es usada, tanto para el hijo de Oïleus, como para el hijo de Telamon,
tomada en su totalidad y permaneciendo indivisible en ambos.
Traducido
por Nicolás Moreira Alaniz, Dep.de Filosofía, IPA, 2012.
Fuente: Adolfus Busse, ed., (“Commentaria in
Aristotelem Graeca,” vol. IV.1; Berlin: Georg Reimer, 1887), p. 62 lines 17–33.2. (en Paul Spade: “History
of the problem of Universals in the Middle Ages-notes and texts”, 1995).
Anicio Manlio Severino BOECIO
(480-525)
“COMENTARIO II A LA ISAGOGÉ DE PORFIRIO” (iii, 11)
(“Anicii Manlii
Boethii In Isagogem porphyrii comenta”)
[Texto de Porfirio]
Tales cosas son denominadas
individuos [personas] porque cada uno comprende caracteres de la colección que
no será la misma para cualquier otra cosa. Los caracteres de Sócrates no
estarán nunca en otro particular. Pero los caracteres de Hombre –significando
el Hombre en general- serán los mismos en varias cosas, o bien en todos los
particulares hombres en la medida en que son hombres.
[Comentario de Boecio]
Al apelar al “individual”,
anteriormente, él intentó mostrar la noción [concepto] detrás del nombre. Sólo
en las cosas que se dividen, está lo que es común a varios. Cada cosa se separa
mediante las cosas que le es común y por la naturaleza y semejanza que
contiene. Entonces, las cosas, en las cuales lo común está dividido [dado],
participan en la naturaleza común, y los caracteres comunes de las cosas se dan
en las cosas para lo cual es común. Los caracteres individuales, sin embargo,
son comunes a nada.
Los caracteres de Sócrates –si,
por ejemplo, era calvo, de nariz respingona, barrigón, y otras características
corpóreas, o hábitos o una voz particular- no se darían en ningún otro. Estas
características que viene a él de manera accidental y conforman juntas su forma
y figura, no se dan juntas en ningún otro.
Entonces, lo que tiene
caracteres que se no se dan juntos en ningún otro, posee caracteres que no podrán ser comunes con ninguno. Pero, lo
que tiene caracteres que no son comunes con ninguno, no posee nada que participe
de estos caracteres. Entonces, aquello que nada participa de sus caracteres no
puede dividirse en aquellas cosas que no participan de él.
Por lo tanto, estas cosas que
poseen caracteres que no se dan juntos en ninguna otra cosa son, rectamente,
llamados “individuos”. La característica de hombre, sin embargo, esto es –la
característica específica- se da junta en Sócrates y en Platón y en el resto.
Pero sus propias características, vienen por accidente, y bajo ningún concepto
se dan juntas en ningún otro.
Traducido
por Nicolás Moreira Alaniz, Dep.de Filosofía, IPA, 2012.
Fuente:
Samuel Brandt, ed., (“Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum,” vol. 48;
Vienna: F. Tempsly, 1906), pp. 234.14–236.6. (en Paul Spade: “History of the
problem of Universals in the Middle Ages-notes and texts”, 1995).
“COMENTARIO II AL PERIHERMENEIAS DE ARISTÓTELES” (7,
17a38-b3)
(“Anicii
Manlii Severini Boetii Commentarii in librum Aristotelis Peri Hermeneias”)
[Texto de Aristóteles]
Entonces,
algunas cosas son universales, por supuesto, pero otras se dan de una en una.
Llamo “universal” lo que está apto para ser predicado de varias cosas, y llamo
“singular” lo que no. Por ejemplo, Hombre es un universal, pero Platón
pertenece a las cosas que son singulares. Ahora, es necesario, según lo dicho,
definir que algo pertenece o no (A) a veces a algo incluido entre los que son
universales, y (B) a veces a algo incluido entre los que son singulares.
[Comentario de Boecio]
Cada
proposición toma las propiedades de su significación de los sujetos que son
entendidos. Pero, ya que la comprensión de las cosas debe ser semejante,
ampliemos la fuerza de la proposición hacia las cosas. Entonces, cuando
queremos afirmar o negar algo, esto se refiere a la cualidad del acto de
comprender y de la concepción mental. Lo que concebimos mediante la imaginación
o el intelecto, afirma o niega cuando le colocamos una afirmación o una
negación.
Las
proposiciones toman su fuerza y propiedad, en primer lugar, por la comprensión
mental de ellas. En segundo lugar, toman su fuerza y propiedad de las cosas
mediante las cuales los entendimientos deben surgir. Por lo tanto se trata de
que una proposición participa de la cantidad y de la cualidad. Participa de la
cualidad en cuanto enunciado de afirmación o negación que alguien pronuncia y
emite sobre la base de sus propios juicios. Participa de la cantidad sobre la
base de las cosas que el sujeto aprehende con el intelecto.
Por lo
que vemos hay otras cualidades en las cosas, tales que no pueden pertenecer a
otra cosa que no sea un singular y una substancia particular, cualquiera sea.
La cualidad de un singular, por ejemplo de Platón o Sócrates, es distinta de la
cualidad, que, transmitida a muchos, se presenta en su totalidad a cada uno de
ellos, y a todos juntos, tal como se da con la humanidad. (…) Cuando captamos
algo así con la mente, nuestro pensamiento no se dirige por el nombre “hombre”
hacia una sola persona, pero sí hacia todas aquellas personas que participan en
la definición de humanidad.
Por
tanto, sucede que este tipo de cualidad es común a todos. Pero el primer tipo
es incomunicable a todos, es más bien adecuado a uno. Si debiera crear un
nombre, tendría que denominar esa cualidad singular, incomunicable a cualquier
otra sustancia, con este nombre inventado, a fin de declarar de la forma más
clara lo que la cosa es. Muy bien, entonces, llamemos a las incomunicables
propiedades de Platón, “Platonidad”. Seremos capaces de denominar esta cualidad
“Platonidad”, mediante un nombre artificial, de la misma manera que llamamos a
la cualidad de hombre “humanidad”.
Por
consiguiente, esta “Platonidad” pertenece sólo a un hombre, y no sólo a
cualquiera, sino sólo a Platón. Humanidad, por otra parte, pertenece a Platón y
a los demás, quien sea que esté incluido en la palabra “humanidad”.
Por
tanto, puesto que Platonidad pertenece a Platón, el alma que escucha la palabra
“Platón” se refiere a una persona y a una sustancia particular. Pero cuando
escucha “hombre”, refiere el intelecto a varios, a quien se reconozca contenido
en la humanidad. Y entonces, como la humanidad es común a todos los hombres,
tomados en conjunto, y también, totalmente en cada uno –todos los hombres,
igualmente, contienen humanidad, tal como se da en un hombre, porque si no
fuera así, la definición específica de hombre no cabría en la sustancia
particular hombre- ya que, por tanto, esto es así, de esta manera hombre se
dice que es un tipo de universal, pero Platonidad en sí, y Platón, se dicen que
son particulares.
Asumiendo
esto, por tanto, desde que la cualidad universal puede ser predicada de todos,
tomados en su conjunto, y también de cada uno, cuando decimos “hombre”, es
ambiguo, y cada uno puede dudar si se está hablando sobre el hombre, en un
sentido específico, o sobre alguno en particular, por la razón que sigue: El
nombre “hombre” puede decirse de todos los hombres en conjunto y también de
cada uno, quienes estén contenidos bajo la especie de humanidad. Entonces, es
indefinido si el “hombre” que fue dicho, lo fue acerca de todos los hombres, o acerca
de algún hombre individual, una sustancia particular.
Por
consiguiente, si intentamos quitar la ambigüedad en la comprensión de este
término, la cualidad de humanidad debe ser caracterizada, ya sea desplegada en
una pluralidad o de lo contrario, reunida en una unidad. Cuando decimos
“hombre”, es indefinido si es que hablamos de todos o uno sólo. Pero, si “cada”
es añadido, de manera que la predicación sea “cada hombre”, o “algún” es
añadido, y la predicación sea “algún hombre”, entonces ocurre, respectivamente,
una distribución y determinación de universalidad, y el nombre que es universal
–esto es, “hombre” – lo pronunciamos universalmente diciendo “cada hombre”, o
particularmente diciendo “algún hombre”. El nombre “cada” es significativo de
universalidad.
Por eso,
si “cada”, el cual significa a un universal, se une a “hombre”, el cual es
igualmente universal, la cosa universal que es hombre es predicado
universalmente, en la medida que la definición de cantidad es añadida a él.
Pero si “algún hombre” es dicho, entonces el universal que es hombre es
pronunciado particularmente, porque la particularidad es añadida mediante
“algún” la cual se adjunta a él, y la cosa universal se dice que es pronunciada
particularmente.
Pero,
aunque la predicación “algún hombre” es particular y, nuevamente, la
predicación de “Platón” es particular –“algún hombre” se dice de un hombre, y
“Platón” también se dice de un hombre- ambos, no se dicen particulares de la
misma manera. “Platón” indica una sustancia definida y propiedades que no
pueden darse juntas en ningún otro. Por otro lado, el “algún hombre” que se
dice determina el nombre universal –“hombre” en sí mismo- en la particularidad.
Pero, si se careciera del “algún”, el “hombre” que decimos, el cual es
universal y entonces ambiguo, volvería. Pero el “Platón” que decimos nunca será
capaz de ser universal. Incluso si, alguna vez, el nombre “Platón” se impusiera
a varios hombres, a pesar de todo no por esta razón sería un nombre universal.
Entonces,
la humanidad, reunida a partir de las naturalezas de los hombres singulares, se
reduce en cierta forma a un acto de comprensión y a una naturaleza. Pero el
nombre “Platón” que puede parecer, tal vez, verbalmente común a algunos, y aún
las propiedades de Platón, la cuales eran las propiedades o naturaleza del
Platón que era discípulo de Sócrates, no pertenecen a nadie más, aún cuando
fuera llamado por el mismo nombre. Esto es porque la humanidad es natural,
mientras que un nombre propio es una forma de estipulación.
No estoy declarando
que el nombre “Platón” no pueda ser predicado de varios hombres, pero sí que
las propiedades de Platón no lo pueden. Es natural de estas propiedades no
decirlas de varios hombres, de la manera que las propiedades de hombre, sí. Y
la Platonidad en sí es una cualidad incomunicable, como ha sido dicho, mientras
que la cualidad universal que se da tanto en varios hombres, como en cada uno
de ellos, es comunicable …
Traducido
por Nicolás Moreira Alaniz, Dep.de Filosofía, IPA, 2012.
Fuente: Carolus Meiser, ed., pars posterior, Leipzig: B. G.
Teubner, 1880, pp. 135.21–139.20.. (en Paul Spade: “History of the
problem of Universals in the Middle Ages-notes and texts”, 1995).
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