jueves, 27 de septiembre de 2012

Textos de Porfirio de Tiro y de Boecio sobre los universales


Porfirio de Tiro
(232-304)

“EXPOSICIÓN DE LAS CATEGORÍAS DE ARISTÓTELES”
(“Porphyrii Isagoge et In Aristotelis Categorías commentarium”)

Pregunta: ¿De qué manera es tomado “común” en la definición de Aristóteles? Pero primero, dime ¿de cuántas formas puede hablarse de “común”?

Respuesta: Afirmo que se dice de muchas maneras. Cuando (1) se llama “común” lo que está dividido en partes, como una barra de pan, y el vino si es una de las cosas que se dividen. Las cosas son “comunes”, en este sentido, por estar divididas en partes de acuerdo a cada uno de los seres. (2) Es denominado “común” lo que no se divide en partes pero  es recibido [heredado] por muchos para su uso, como un caballo o un esclavo que es común a sus hermanos [pares]. (3) Es denominado “común” aquello que está en posesión de alguien de antemano, y luego de ser utilizado, retorna a su propiedad común. El baño público y el teatro son tales cosas. También, en otro sentido, (4) es denominado “común” lo que, totalmente, se da indivisible y simultáneamente en el uso de muchos. De esta manera, mediante la voz del presentador, el uso del teatro es común a los que están en él, ya que la voz no está dividida en lo más mínimo en cada uno de los presentes.

Pregunta: Entonces, ¿en qué sentido es tomado “común” en la definición de Aristóteles?

Respuesta: Digo que está de acuerdo con el último sentido explicado, lo cual viene a ser un uso común y simultáneo de muchos, ya que el mismo en su totalidad permanece indivisible. La palabra “Ajax” es usada, tanto para el hijo de Oïleus, como para el hijo de Telamon, tomada en su totalidad y permaneciendo indivisible en ambos.


Traducido por Nicolás Moreira Alaniz, Dep.de Filosofía, IPA, 2012.
Fuente: Adolfus Busse, ed., (“Commentaria in Aristotelem Graeca,” vol. IV.1; Berlin: Georg Reimer, 1887), p. 62 lines 17–33.2. (en Paul Spade: “History of the problem of Universals in the Middle Ages-notes and texts”, 1995).


Anicio Manlio Severino BOECIO

(480-525)

“COMENTARIO II A LA ISAGOGÉ DE PORFIRIO” (iii, 11)

(“Anicii Manlii Boethii In Isagogem porphyrii comenta”)

[Texto de Porfirio]

Tales cosas son denominadas individuos [personas] porque cada uno comprende caracteres de la colección que no será la misma para cualquier otra cosa. Los caracteres de Sócrates no estarán nunca en otro particular. Pero los caracteres de Hombre –significando el Hombre en general- serán los mismos en varias cosas, o bien en todos los particulares hombres en la medida en que son hombres.

[Comentario de Boecio]
Al apelar al “individual”, anteriormente, él intentó mostrar la noción [concepto] detrás del nombre. Sólo en las cosas que se dividen, está lo que es común a varios. Cada cosa se separa mediante las cosas que le es común y por la naturaleza y semejanza que contiene. Entonces, las cosas, en las cuales lo común está dividido [dado], participan en la naturaleza común, y los caracteres comunes de las cosas se dan en las cosas para lo cual es común. Los caracteres individuales, sin embargo, son comunes a nada.
Los caracteres de Sócrates –si, por ejemplo, era calvo, de nariz respingona, barrigón, y otras características corpóreas, o hábitos o una voz particular- no se darían en ningún otro. Estas características que viene a él de manera accidental y conforman juntas su forma y figura, no se dan juntas en ningún otro.
Entonces, lo que tiene caracteres que se no se dan juntos en ningún otro,  posee caracteres que no podrán ser comunes con ninguno. Pero, lo que tiene caracteres que no son comunes con ninguno, no posee nada que participe de estos caracteres. Entonces, aquello que nada participa de sus caracteres no puede dividirse en aquellas cosas que no participan de él.
Por lo tanto, estas cosas que poseen caracteres que no se dan juntos en ninguna otra cosa son, rectamente, llamados “individuos”. La característica de hombre, sin embargo, esto es –la característica específica- se da junta en Sócrates y en Platón y en el resto. Pero sus propias características, vienen por accidente, y bajo ningún concepto se dan juntas en ningún otro.


Traducido por Nicolás Moreira Alaniz, Dep.de Filosofía, IPA, 2012.

Fuente: Samuel Brandt, ed., (“Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum,” vol. 48; Vienna: F. Tempsly, 1906), pp. 234.14–236.6. (en Paul Spade: “History of the problem of Universals in the Middle Ages-notes and texts”, 1995).



“COMENTARIO II AL PERIHERMENEIAS DE ARISTÓTELES” (7, 17a38-b3)
(“Anicii Manlii Severini Boetii Commentarii in librum Aristotelis Peri Hermeneias”)
           
[Texto de Aristóteles]
            Entonces, algunas cosas son universales, por supuesto, pero otras se dan de una en una. Llamo “universal” lo que está apto para ser predicado de varias cosas, y llamo “singular” lo que no. Por ejemplo, Hombre es un universal, pero Platón pertenece a las cosas que son singulares. Ahora, es necesario, según lo dicho, definir que algo pertenece o no (A) a veces a algo incluido entre los que son universales, y (B) a veces a algo incluido entre los que son singulares.

[Comentario de Boecio]
            Cada proposición toma las propiedades de su significación de los sujetos que son entendidos. Pero, ya que la comprensión de las cosas debe ser semejante, ampliemos la fuerza de la proposición hacia las cosas. Entonces, cuando queremos afirmar o negar algo, esto se refiere a la cualidad del acto de comprender y de la concepción mental. Lo que concebimos mediante la imaginación o el intelecto, afirma o niega cuando le colocamos una afirmación o una negación.
            Las proposiciones toman su fuerza y propiedad, en primer lugar, por la comprensión mental de ellas. En segundo lugar, toman su fuerza y propiedad de las cosas mediante las cuales los entendimientos deben surgir. Por lo tanto se trata de que una proposición participa de la cantidad y de la cualidad. Participa de la cualidad en cuanto enunciado de afirmación o negación que alguien pronuncia y emite sobre la base de sus propios juicios. Participa de la cantidad sobre la base de las cosas que el sujeto aprehende con el intelecto.
            Por lo que vemos hay otras cualidades en las cosas, tales que no pueden pertenecer a otra cosa que no sea un singular y una substancia particular, cualquiera sea. La cualidad de un singular, por ejemplo de Platón o Sócrates, es distinta de la cualidad, que, transmitida a muchos, se presenta en su totalidad a cada uno de ellos, y a todos juntos, tal como se da con la humanidad. (…) Cuando captamos algo así con la mente, nuestro pensamiento no se dirige por el nombre “hombre” hacia una sola persona, pero sí hacia todas aquellas personas que participan en la definición de humanidad.
            Por tanto, sucede que este tipo de cualidad es común a todos. Pero el primer tipo es incomunicable a todos, es más bien adecuado a uno. Si debiera crear un nombre, tendría que denominar esa cualidad singular, incomunicable a cualquier otra sustancia, con este nombre inventado, a fin de declarar de la forma más clara lo que la cosa es. Muy bien, entonces, llamemos a las incomunicables propiedades de Platón, “Platonidad”. Seremos capaces de denominar esta cualidad “Platonidad”, mediante un nombre artificial, de la misma manera que llamamos a la cualidad de hombre “humanidad”.
            Por consiguiente, esta “Platonidad” pertenece sólo a un hombre, y no sólo a cualquiera, sino sólo a Platón. Humanidad, por otra parte, pertenece a Platón y a los demás, quien sea que esté incluido en la palabra “humanidad”.
            Por tanto, puesto que Platonidad pertenece a Platón, el alma que escucha la palabra “Platón” se refiere a una persona y a una sustancia particular. Pero cuando escucha “hombre”, refiere el intelecto a varios, a quien se reconozca contenido en la humanidad. Y entonces, como la humanidad es común a todos los hombres, tomados en conjunto, y también, totalmente en cada uno –todos los hombres, igualmente, contienen humanidad, tal como se da en un hombre, porque si no fuera así, la definición específica de hombre no cabría en la sustancia particular hombre- ya que, por tanto, esto es así, de esta manera hombre se dice que es un tipo de universal, pero Platonidad en sí, y Platón, se dicen que son particulares.
            Asumiendo esto, por tanto, desde que la cualidad universal puede ser predicada de todos, tomados en su conjunto, y también de cada uno, cuando decimos “hombre”, es ambiguo, y cada uno puede dudar si se está hablando sobre el hombre, en un sentido específico, o sobre alguno en particular, por la razón que sigue: El nombre “hombre” puede decirse de todos los hombres en conjunto y también de cada uno, quienes estén contenidos bajo la especie de humanidad. Entonces, es indefinido si el “hombre” que fue dicho, lo fue acerca de todos los hombres, o acerca de algún hombre individual, una sustancia particular.
            Por consiguiente, si intentamos quitar la ambigüedad en la comprensión de este término, la cualidad de humanidad debe ser caracterizada, ya sea desplegada en una pluralidad o de lo contrario, reunida en una unidad. Cuando decimos “hombre”, es indefinido si es que hablamos de todos o uno sólo. Pero, si “cada” es añadido, de manera que la predicación sea “cada hombre”, o “algún” es añadido, y la predicación sea “algún hombre”, entonces ocurre, respectivamente, una distribución y determinación de universalidad, y el nombre que es universal –esto es, “hombre” – lo pronunciamos universalmente diciendo “cada hombre”, o particularmente diciendo “algún hombre”. El nombre “cada” es significativo de universalidad.
            Por eso, si “cada”, el cual significa a un universal, se une a “hombre”, el cual es igualmente universal, la cosa universal que es hombre es predicado universalmente, en la medida que la definición de cantidad es añadida a él. Pero si “algún hombre” es dicho, entonces el universal que es hombre es pronunciado particularmente, porque la particularidad es añadida mediante “algún” la cual se adjunta a él, y la cosa universal se dice que es pronunciada particularmente.
            Pero, aunque la predicación “algún hombre” es particular y, nuevamente, la predicación de “Platón” es particular –“algún hombre” se dice de un hombre, y “Platón” también se dice de un hombre- ambos, no se dicen particulares de la misma manera. “Platón” indica una sustancia definida y propiedades que no pueden darse juntas en ningún otro. Por otro lado, el “algún hombre” que se dice determina el nombre universal –“hombre” en sí mismo- en la particularidad. Pero, si se careciera del “algún”, el “hombre” que decimos, el cual es universal y entonces ambiguo, volvería. Pero el “Platón” que decimos nunca será capaz de ser universal. Incluso si, alguna vez, el nombre “Platón” se impusiera a varios hombres, a pesar de todo no por esta razón sería un nombre universal.
            Entonces, la humanidad, reunida a partir de las naturalezas de los hombres singulares, se reduce en cierta forma a un acto de comprensión y a una naturaleza. Pero el nombre “Platón” que puede parecer, tal vez, verbalmente común a algunos, y aún las propiedades de Platón, la cuales eran las propiedades o naturaleza del Platón que era discípulo de Sócrates, no pertenecen a nadie más, aún cuando fuera llamado por el mismo nombre. Esto es porque la humanidad es natural, mientras que un nombre propio es una forma de estipulación.
            No estoy declarando que el nombre “Platón” no pueda ser predicado de varios hombres, pero sí que las propiedades de Platón no lo pueden. Es natural de estas propiedades no decirlas de varios hombres, de la manera que las propiedades de hombre, sí. Y la Platonidad en sí es una cualidad incomunicable, como ha sido dicho, mientras que la cualidad universal que se da tanto en varios hombres, como en cada uno de ellos, es comunicable …


Traducido por Nicolás Moreira Alaniz, Dep.de Filosofía, IPA, 2012.

Fuente:  Carolus Meiser, ed., pars posterior, Leipzig: B. G. Teubner, 1880, pp. 135.21–139.20.. (en Paul Spade: “History of the problem of Universals in the Middle Ages-notes and texts”, 1995).

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