Fragmentos de texto del
Libro II de “La Docta Ignorancia” (1440)
de Nicolás de Cusa
Discreción
de los entes e imposibilidad de la precisión en el conocimiento sobre las cosas
(inquisición comparativa).
Analogía con las figuras
geométricas.
(1) Por ello en lo anterior mostramos que la igualdad
exacta sólo le conviene a Dios, de lo que se sigue que todas las cosas dables,
excepto Él mismo, difieren. Así, pues, un movimiento no puede ser igual a otro,
ni uno medida de otro, en cuanto que necesariamente la medida difiere de lo
medido. Y esto a pesar de que las medidas sean infinitamente útiles. Sin
embargo, si pasamos a la Astronomía, se observa que el arte calculatorio carece
de exactitud, puesto que se presupone que por el movimiento del sol, puede
medirse el movimiento de todos los demás planetas. La disposición del cielo con
respecto a cualquier lugar o al origen y ocaso de los signos o a la elevación
del polo y a las cosas relacionadas con éstas no es exactamente cognoscible. Y
como nunca concuerdan con exactitud dos lugares en el tiempo y en el lugar, es
evidente que los juicios de los astros distan mucho, por su particularidad, de
la exactitud. Si se aplica consecuentemente esta regla a la Matemática se ve
que en las figuras geométricas es imposible la igualdad en acto, y que ninguna
cosa puede concordar con otra exactamente en la figura ni en la magnitud. Y
aunque las reglas son verdaderas en su concepto, sin embargo, describir una
figura igual a otra es una igualdad imposible en acto, pues todas las cosas son
diferentes. (Libro II, cap.I)
Imprecisión de
las ciencias teóricas y las artes miméticas.
(2) De acuerdo con
esto, si aplicamos nuestra regla a la Aritmética veremos que dos cosas no
pueden convenir en número, puesto que sobre la verdad del número varían la
composición, constitución, proporción, armonía, movimiento y todas las cosas,
extendiéndose la variación hasta el infinito. Por esto nos damos cuenta de que
somos ignorantes, pues no hay ninguna cosa que sea igual a otra, ni según los
sentidos, ni la imaginación, ni el entendimiento, ni el obrar, ni tampoco según
la escritura o la pintura o el arte. Y aunque durante mil años se afanara
alguien en intentar imitar a otro en cualquier cosa, nunca llegaría a la
exactitud, aunque alguna vez se pudiera llegar a no apreciar diferencias
sensibles. También el arte imita a la naturaleza cuanto puede, pero nunca podrá
llegar a la exactitud con respecto a ella. Igualmente están lejos de la
exactitud de la verdad la Medicina, la Alquimia, la Magia y las demás artes de
las transmutaciones, si bien alguna sea más veraz en comparación con otra, como
la Medicina es más veraz que las artes de las transmutaciones, como de por sí
es evidente. (cap.I)
Conocimiento humano no alcanza la quididad de las cosas, sino que entiende en cuanto a relaciones entre las cosas.
(3) Hasta aquí, arrastrados por este fundamento diremos: que en las cosas opuestas encontramos algo que excede y algo que es excedido, como en lo simple y lo compuesto, en lo abstracto y lo concreto, en lo formal y lo material, en lo corruptible y lo incorruptible, y en las demás cosas. De ahí que no se pueda llegar a alcanzar un puro opuesto en el que las cosas se opongan exacta e igualmente. Así, pues, todas las cosas se hallan en diversidad de grado con respecto a sus opuestos, habiendo en unos más y en otros menos, y surgiendo la naturaleza de uno de los opuestos por la victoria sobre el otro.
Por lo cual el conocimiento de las cosas es investigado
racionalmente, de manera que sepamos de qué modo la composición de una cosa
consiste en cierta simplicidad, y en otra, la simplicidad en cierta
composición; cómo en una consiste la corruptibilidad en la incorruptibilidad,
... (cap.I)
La infinitud de
Dios y del Universo.
No es posible relación proporcional (medible) entre lo
finito y lo infinito.
(4) Pues como cualquier parte del infinito es infinita,
implica contradicción encontrar más y menos allí donde se recurre al infinito,
no pudiendo convenir tampoco el más y el menos al infinito, pues necesariamente
esto mismo sería infinito. (cap.I)
Lo
absolutamente infinito y el infinito contracto.
(5) Sólo, pues,
lo absolutamente máximo es infinito negativamente, porque sólo él es lo que
puede ser con toda potencia. El universo, sin embargo, como comprende todas
aquellas cosas que no son Dios, no puede ser negativamente infinito, aunque no
tenga límites y sea privativamente infinito. Y por esta razón no es ni finito
ni infinito. En efecto, no puede ser mayor que lo que es, y esto sucede por
defecto, pues la posibilidad o materia no se extiende más allá de sí misma.
Pues lo mismo es decir que el universo puede ser siempre mayor en acto, que
decir que el poder se puede convertir en acto infinitamente, lo que es
imposible, ya que la actualidad infinita o eternidad absoluta no puede
originarse de la potencialidad, por ser la posibilidad en acto de todo ser.
Por ello,
aunque con respecto a la infinita potencia de Dios, que es interminable, el
universo puede ser mayor, sin embargo, por oponerse la posibilidad del ser o
materia, que no es extensible en acto infinito, el universo no puede ser mayor,
y así es ilimitado, no habiendo algo mayor que él en acto que le limite, y es,
por tanto, privativamente infinito. El mismo no es en acto sino de modo
contracto, porque éste es el mejor modo de manifestarse la condición de su
naturaleza. (cap.I)
La creación
divina.
El problema de
la creación de lo finito y diverso. La causación de los entes.
(6) ¿Cómo, pues, aquello que no es por sí podría ser de
otro modo que por el eterno ser? Y, puesto que el máximo está alejado de toda
envidia, no puede (en cuanto tal) comunicar un ser disminuido. No tiene, pues,
la criatura, que por el ser tiene todo cuanto es, la corruptibilidad, la
divisibilidad, la pluralidad, y demás cosas de este género por el máximo
eterno, indivisible, perfectísimo, indistinto y uno: ni tampoco por alguna
causa positiva. Pues, como la línea infinita es rectitud infinitamente, y es la
causa de todo ser lineal, la línea curva, en cuanto línea, procede de la
infinita, pero en cuanto que es curva no procede de la infinita, sino que la
curvidad sigue a la finitud, ya que es curva porque no es máxima. (cap.II)
(6ª) La criatura ha sido hecha por
Dios para que sea una, discreta y unida al universo, y cuanto más una sea, más
semejante a Dios será. Pero el que su unidad se dé en la pluralidad, su
discreción en la confusión, y su conexión en la discordancia, no se debe a
Dios, ni tampoco a otra causa positiva, sino a algo contingente. Y quien uniera
a la vez en la criatura la necesidad absoluta, por la cual es, con la
contingencia, sin la cual no es, podría entender su ser. Pues parece que la
criatura, que ni es Dios ni tampoco la nada, casi está después de Dios y
delante de la nada, entre Dios y la nada, como dice uno de los sabios: "Dios
es oposición a la nada por medio del ente".
Pero la
criatura, sin embargo, no puede estar compuesta por el ser y el no ser. Parece
pues, que no es ser porque está por debajo del ser, ni no ser, porque está
antes que la nada; ni tampoco está compuesto por ambos.
Nuestro
entendimiento, que no puede superar las contradictorias, divisiva o
compositivamente, no alcanza el ser de las criaturas, y aunque conozca que su
ser no es sino por el ser máximo, su ser no es inteligible, pues el ser por el
cual es, no es inteligible, como no es inteligible la presencia de los
accidentes si la substancia en la que están presentes no lo es. (cap.II)
Los límites de
la razón. Docta ignorancia.
(7) ... ¿cómo podría entenderse que la criatura no sea
eterna siendo Dios eterno, y, más aún, la misma eternidad? Mas en cuanto la
misma criatura es el ser de Dios nadie duda que es la eternidad, pero en cuanto
cae bajo el tiempo, no es por Dios, que es eterno. ¿Quién entiende que la
criatura sea desde la eternidad y a la vez temporalmente?; no pudo, pues, la
criatura, en su mismo ser, no ser en la eternidad, ni pudo ser antes que el
tiempo, puesto que antes que el tiempo no hay un antes, y así fue siempre,
puesto que pudo ser. ¿Quién, finalmente, puede entender que Dios es la forma
del ser y, sin embargo, no se mezcle a la criatura? Pues un compuesto, que no
puede existir sin proporción, no puede originarse de la línea infinita y de la
curva finita. Pues nadie duda que es imposible que exista proporción entre lo
finito y lo infinito.
(...) ¿Quién hay que pueda entender cómo una forma
infinita sea participada por diversas criaturas de modo distinto, no pudiendo
ser el ser de las criaturas otra cosa que su resplandor, el cual no es recibido
positivamente sino en cosas que son contingentemente diversas?
(...) ¿Quién podría entender cómo todas las cosas
que tienen diversidad por razones contingentes son imagen de aquella única
forma, casi como si la criatura fuera un Dios ocasionado, como el accidente es
una substancia ocasionada, o la mujer un hombre ocasionado; puesto que la forma
infinita no es recibida sino de modo finito, en cuanto toda criatura es casi
una infinidad finita o Dios creado, pues existe del mejor modo posible? (cap.II)
Dios es y se
expresa en todas las cosas, y todas las cosas en Dios. Complicatio y
explicatio.
(8) La unidad infinita es, pues, complicación de todas
las cosas.
En efecto, se
dice que la unidad, que une todas las cosas, es máxima, no sólo porque la
unidad es complicación del número, sino porque lo es de todas las cosas. Y como
en el número que explica la unidad no se encuentra más que unidad, del mismo
modo en todas las cosas que son no se halla sino máximo. (cap.III)
Generación del
Universo como semejanza (igualdad) de la Unidad. El Universo como complicación
de la diversidad de lo múltiple.
(9) Pero está por encima de nuestra mente el modo de la complicación y de la explicación. ¿Quién entendería, pregunto, cómo es hecha por la mente divina la pluralidad de las cosas, en cuanto que el entender de Dios es su ser, el cual es, a su vez, la unidad infinita? Si esto se lleva al número, considerando su semejanza, como el número es una multiplicación del uno común hecha por la mente, parece casi que Dios, que es la unidad, se multiplique así en las cosas, puesto que el entender es su ser; pero, sin embargo, se comprende que no es posible que la unidad, que es infinita y máxima, se multiplique. ¿Cómo, pues, se entiende la pluralidad, cuyo ser procede de uno sin multiplicación?, o ¿ cómo se entiende la multiplicación de la unidad sin multiplicación? No, ciertamente, como la de una especie o la de un género multiplicada en muchos individuos o especies, fuera de los cuales el género o la especie no existe sino por obra de un entendimiento que abstrae. Nadie entiende, pues, cómo por el número de las cosas pueda ser explicado Dios, el ser de cuya unidad no es abstraído de las cosas por el entendimiento, ni está unido a las cosas, ni inmerso en ellas. Si se consideran las cosas sin Él no son nada, como el número sin unidad. Si se le considera a Él mismo sin las cosas, Él es y las cosas no son nada. Si se le considera en cuanto que está en las cosas, las cosas en las cuales se considera que Él es, son algo, y en esto hay equivocación, ... (cap.III)
Analogía
especular. La manifestación gradual de Dios en las cosas.
(10) Y sólo se sabe esto, que se ignora el modo, aunque
se sabe que Dios es la complicación y la explicación de todas las cosas, y que
en cuanto es, es complicación, todo en Él es Él mismo y en cuanto es
explicación Él mismo es en todas las cosas lo que son, como la verdad en la
imagen; lo mismo que si hubiera un rostro en una imagen propia que se
multiplicara por sí de lejos y de cerca, no entiendo en cuanto a la
multiplicación de la imagen distancia local, sino gradual, según el parecido
del rostro, pues no podría multiplicarse de otro modo, y de modo distinto y
múltiple apareciera ininteligiblemente y por encima de todo sentido y mente un
solo rostro. (cap.III)
Configuración del Universo.
(11) Pero la unidad contracta, que es el uno universo,
aunque sea uno máximo, como es contracto, no está exento de la pluralidad,
aunque sea el máximo uno y contracto. Por lo cual, si bien es máximamente uno,
su unidad está contraída en la pluralidad, como lo está la infinidad por la finidad,
la simplicidad por la composición, la eternidad por la sucesión, la necesidad
por la posibilidad, y así en las demás cosas. (cap.IV)
Quididad
absoluta y quididad contracta.
(12) De este modo
el investigador podría obtener muchas cosas. Pues como Dios, en cuanto que es
inmenso, no está en el sol, ni en la luna, aunque sea en ellos lo que ellos son
absolutamente, así el universo no está en el sol, o en la luna, aunque sea en
ellos lo que son contractamente. Y porque la quididad absoluta del sol no es otra
que la de la luna (puesto que es el mismo Dios el que es entidad y quididad
absoluta de todas las cosas) la quididad contracta del sol es otra que la
quididad contracta de la luna, porque así como la quididad absoluta de la cosa
no es la misma cosa, la quididad contracta no es sino la misma cosa. Por lo que
queda claro que, como el universo sea quididad contracta, la cual está
contraída de un modo en el sol y de otro en la luna, la identidad del universo
está en la diversidad, como la unidad en la pluralidad; de donde el universo,
aunque no sea ni el sol ni la luna, sin embargo, es sol en el sol, luna en la
luna, pero es lo que es el sol y la luna sin pluralidad ni diversidad.
Universo
expresa universalidad, es decir, unidad de muchos. (cap.IV)
(13) En cada criatura, pues, el universo es la misma criatura, y así cada cosa recibe todas las cosas, para que en ella sean ella misma de modo contracto, no pudiendo cada una ser todas las cosas en acto, pues, por ser contracta contrae todas las cosas en sí misma. Así, pues, si todas las cosas están en todas, todas parecen preceder a cada una. Y esta totalidad no es una pluralidad, pues la pluralidad no precede a ninguna cosa. (cap.V)
Conexión relativa de todas las cosas. El Universo como un
Todo. Analogía del ser vivo.
(14) Se comprende también que de esto surge la conexión y diversidad de las cosas: como cualquier cosa en acto no pudo ser todas las cosas, porque hubiera sido Dios, y para que todas las cosas fueran de modo que pudieran ser lo que es cada una, no pudo cada una ser semejante en absoluto a otra, como se vio más arriba. Por esto hizo que todas las cosas fueran en grados diversos, como también hizo que aquello que son, lo cual no pueden ser a la vez y de modo incorruptible, lo fueran incorruptiblemente y en sucesión temporal, de modo que todas las cosas sean lo que son, ya que no pudieron ser otra y mejor cosa. Todas las cosas se aquietan en cada cosa, ya que no podría haber un grado sin otro; al igual que en los miembros corporales uno se une a otro y todos se armonizan. (cap.V)
Proceso generativo desde la unidad
contracta hasta la pluralidad entitativa. Los universales.
(15) Y puesto que la unidad absoluta es primera, y la unidad del universo es por ésta, la unidad del universo será la unidad segunda, la cual consiste en una cierta pluralidad. Y como la unidad segunda (como se enseña en el Libro de las Conjeturas) es denaria, pues une diez predicamentos, el universo que explica la primera absoluta unidad simple será uno por contracción denaria. Todas las cosas se complican en lo denario, puesto que no hay ningún número por encima de él. Por lo cual la unidad denaria del universo complica la pluralidad de todas las cosas contractas. Y como aquella unidad del universo, como principio contracto de todas las cosas, está en todas, entonces, como el denario es la raíz cuadrada del centenario y cúbica del milenario, así la unidad del universo es raíz de las cosas universales, raíz por la cual se origina primeramente el número cuadrado, casi como tercera unidad, y el número cúbico como unidad última o cuarta, y es la primera explicación de la unidad del universo, que es la segunda unidad; la centenaria es la unidad tercera, y la última explicación la unidad cuarta o milenaria.
(...) El
universo es, pues, la universalidad de diez cosas generalísimas, y después de
éstas los géneros, y luego las especies, y así las cosas universales son
aquellas cosas según sus grados, las cuales existen en cierto orden natural
gradualmente antes de la cosa que ellos mismos contraen en acto. Y como el
universo es contracto no se halla explicado más que en los géneros, y los
géneros no están explicados más que en las especies. Pero los individuos están
en acto, y en ellos están las cosas universales contractamente, y según esta
consideración se ve cómo los universales no son en acto sino de modo contracto.
(cap.VI)
La imagen
trinitaria en la contracción del Universo.
(16) No puede,
pues, haber contracción sin lo contraíble, lo contrayente y el nexo, el cual se
perfecciona por el acto común de ambos. La contraibilidad indica cierta
posibilidad, y está por bajo de aquella unidad que la engendra en lo divino,
como la alteridad por la unidad, pues indica mutabilidad y alteridad en orden
al principio.
(...) El propio contrayente, como determina la
posibilidad de lo contraíble, desciende de la igualdad de la unidad. La
igualdad, pues, de la unidad es la igualdad del ser. El ente y el uno, por
tanto, se convierten. Por lo cual se dice que como contrayente es el que se
adecúa a la posibilidad para ser de modo contracto esto o aquello, desciende
rectamente de la igualdad del ser, que es el Verbo en las cosas divinas. Y como
el mismo Verbo, que es razón e idea y absoluta necesidad de las cosas, Él
mismo, necesita y constriñe la posibilidad al contrayente, de ahí que algunos
llamasen al contrayente forma o alma del mundo, y a la posibilidad materia,
(...).
(...) Y en cuanto al nexo de lo contrayente y lo
contraíble, o de la materia y de la forma, o de la posibilidad y de la
necesidad de constitución, se perfecciona en acto como por una especie de
espíritu amoroso, que los une mediante cierto movimiento. Y este nexo, que por
algunos fue llamado posibilidad determinada, ya que la posibilidad de ser en
acto esto o aquello se determina por la unión de la forma determinante y de la
materia determinable.
(cap.VII)
La imposibilidad del centro fijo.
(17) Porque no puede haber en absoluto dos cosas
iguales en el universo. Por lo cual es imposible que haya alguna máquina
mundana, ya sea la tierra sensible, o el aire o el fuego, o cualquier otra
cosa, como centro fijo e inmóvil con relación a los varios movimientos de los
orbes. Pues no se llega en el movimiento a un mínimo absoluto, tal como un
centro fijo, porque es necesario que el máximo y el mínimo coincidan. El centro
del mundo, en este caso, coincidiría con la circunferencia. Pero no tiene el
mundo una circunferencia, pues si tuviera centro y circunferencia, y tuviera de
este modo dentro de él mismo su principio y su fin, él mismo estaría limitado por
otra cosa, y habría fuera del mundo otro, cosas todas ellas carentes de verdad.
(...) No siendo posible que el mundo se encierre entre un centro corporal y la circunferencia, no se entiende el mundo cuyo centro y circunferencia es Dios. Y aunque este mundo no es infinito, sin embargo, no puede concebirse como finito, por carecer de términos entre los que esté comprendido. Así, pues, la tierra, la cual no puede ser el centro, no puede carecer de todo movimiento, pues es necesario que ésta se mueva de tal manera que siempre infinitamente sea posible que se mueva aún menos. Y así como la tierra no es el centro del mundo tampoco lo es la esfera de las estrellas fijas u otras cosas de su circunferencia, aunque comparando la tierra con el cielo, la tierra parezca más próxima al centro. No es, pues, la tierra tampoco el centro de la octava esfera o de otra; ni de los seis signos que aparecen sobre el horizonte se concluye que esté en el centro de la octava esfera. Pues si estuviera distante del centro y cerca del eje que pasa por los polos, de tal modo que una parte estuviera elevada hacia un polo y la otra alejada del otro, entonces, sólo a los hombres que estuvieran distantes de los polos tanto cuanto se extiende el horizonte aparecería la mitad de la esfera, como es evidente.
Tampoco está el
centro del mundo más dentro que fuera de la tierra. Ni la tierra, ni ninguna
esfera tienen centro, pues como el centro es un punto equidistante de la
circunferencia, y no es posible que haya una esfera o círculo que sea la más
verdadera sin que se pueda dar otra más verdadera, es evidente que no puede
darse un centro sin que pueda darse también otro más verdadero y exacto. Puntos
equidistantes, exactos y diversos, no se pueden hallar fuera de Dios, porque Él
sólo es la infinita igualdad. El centro de la tierra, pues, es el que es centro
del mundo, es decir, Dios bendito. (cap.XI)
(18) Los polos de la esfera coinciden con el centro en cuanto que no es otro el centro que el polo, que es Dios bendito. Y como nosotros no podemos descubrir el movimiento sino por comparación con lo fijo, presuponemos los polos o un centro en las medidas de los movimientos; de ahí que, andando en conjeturas, averiguamos que nos equivocamos en todas las cosas, y nos admiramos cuando, según las reglas de los antiguos, encontramos que no concuerdan las estrellas en su situación, porque creemos que ellos habían pensado rectamente acerca de los centros, de los polos y de las medidas.
Por estas cosas
se hace manifiesto que la Tierra se mueve. (cap.XI)
La Tierra.
Condición de la Tierra.
Movimiento y forma.
(19) Por lo cual, la máquina del mundo tendrá el centro en cualquier lugar y la circunferencia en ninguno, pues la circunferencia y el centro es Dios, que está en todas y en ninguna parte. La Tierra no es esférica, como dijeron algunos, aunque tienda a la esfericidad, pues en ella está la figura del mundo contracta en sus partes; así como también el movimiento. Pero cuando se considera la línea infinita como contracta, de tal manera que, como contracta, ni más perfecta ni más capaz, entonces es circular, pues en ella coincide el principio con el fin.
Así, pues, el
movimiento más perfecto es el circular y la figura corporal más perfecta la
esférica. Por lo cual todo el movimiento de la parte se dirige para su
perfección hacia el todo, como los cuerpos graves hacia la Tierra y los leves
hacia arriba, la Tierra hacia la Tierra, el agua hacia el agua, el aire hacia
el aire, el fuego hacia el fuego; y el movimiento del todo se asemeja cuanto
puede al circular, y toda figura a la figura esférica, como experimentamos en
las partes de los animales, de los árboles y del cielo. Por lo cual, un
movimiento es circularmente más perfecto que otro, y también las figuras son
diferentes.
La figura de la
Tierra, por tanto, es móvil y esférica, y su movimiento circular, pero puede
ser más perfecto. Y como el máximo no se da en las perfecciones, movimientos y
figuras del mundo, como resulta evidente por las cosas dichas antes, no es
verdad que la Tierra sea vilísima e ínfima, pues aunque parezca la más central
en cuanto al mundo, sin embargo, por la misma razón, está más próxima al polo,
como se ha dicho. (cap.XII)
Naturaleza de la Tierra.
Negación de su vileza.
(20) La Tierra
es, pues, una estrella noble, que tiene una luz, un calor y una influencia
distinta y diversa de todas las demás estrellas, lo mismo que cualquiera de
ellas difiere ¡de otras en luz, naturaleza e influencia. De este modo cualquier
estrella comunica a otra, luz e influencia, no por intención, pues todas las estrellas
se mueven y brillan sólo para ser del mejor modo, y esta participación se
Origina de esto como una consecuencia.
(...) No debe
decirse tampoco que la Tierra, por ser menor que el Sol y recibir su
influencia, sea por ello más vil, porque toda la región de la Tierra que se
extiende hasta la circunferencia del fuego es grande. Y aunque la Tierra sea
menor que el Sol, como por la sombra y los eclipses nos es conocido, no nos es
conocido, sin embargo, cuánto es mayor o menor la región del Sol que la región
de la Tierra. Pero no puede ser exactamente igual, porque ninguna estrella
puede ser igual a otra. Tampoco la Tierra es la estrella mínima, porque es
mayor que la Luna, como nos enseña la experiencia de los eclipses, y es mayor
también que Mercurio, como dicen algunos, y mayor que casi todas las otras
estrellas. Por ello el argumento no demuestra, por el tamaño, nada sobre la
vileza.
(...) Tampoco
con respecto al lugar, porque este lugar del mundo sea habitación de los
hombres, animales y vegetales, que son más innobles que los habitantes de la
región del Sol y de otras estrellas. Pues aunque Dios sea el centro y
circunferencia de todas las regiones de las estrellas, y procedan de Él las
distintas naturalezas de las noblezas, en ninguna región deja de haber
habitantes y no hay ningún lugar de los cielos ni de las estrellas que esté
vacío, y no parece ser sólo esta tierra la habitada por cosas menores. Sin
embargo, por la naturaleza intelectual que habita en esta Tierra y en su región
no parece que pueda darse más noble y perfecta según esta naturaleza, aunque
haya habitantes de otro género en otras estrellas.
Así, pues, el
hombre no apetece otra naturaleza, sino sólo ser perfecto en la suya. No hay
proporción, pues, entre los habitantes de otras estrellas, cualesquiera que
sean, y los de este mundo; aunque toda esa región tenga alguna proporción
oculta a nosotros, según el fin del universo, con esta región, de tal modo que
los habitantes de esta tierra o región tuvieran mutuamente alguna relación con
aquellos otros habitantes mediante la región universal, al modo que las
articulaciones de los dedos de la mano tienen por medio de la mano una
proporción con el pie, y las articulaciones particulares del pie, por medio del
pie, con la mano, en cuanto que todas las cosas están proporcionadas en el
animal íntegro. (cap.XII)
(21) Por ello
la Tierra es casi un animal (como dice Platón), que tiene piedras en lugar de
huesos, ríos en lugar de venas, árboles en lugar de cabellos, y hay animales
que se nutren entre esos cabellos de la Tierra como los gusanos entre los pelos
de los animales.
Y el fuego se
dispone en relación a la tierra casi como Dios con respecto al mundo, pues el
fuego tiene muchas semejanzas con Dios respecto a la tierra, y su poder no
tiene fin, actuando, penetrando, ilustrando, distinguiendo y formando por medio
del aire y del agua todas las cosas en la tierra, que por la tierra son
engendradas, en cuanto que no hay nada en las cosas que no se haga por una u
otra operación del fuego, pues las formas de las cosas son por la diversidad
del resplandor del fuego.
(cap.XIII)
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