En este problema, Algacel aborda lo relativo a la defensa de la omnipotencia de Dios, y la trascendencia de éste con respecto a la causalidad de los eventos naturales y voluntarios.
Aquí se explicita la controversia vívida entre la ortodoxia sunnita, el pensamiento (o pensamientos) heterodoxo (mu'tazil, ismailita, etc.), y la tradición greco-árabe de los falasifa sobre el alcance de la potencia divina y de las potencias naturales y humanas.
Tahafut al-falasifah (Incoherencia de los Filósofos)
Abu
Hammid al-Ghazali (Algacel) 1058-1111
Traducción al inglés:
Sabih Ahmad Kamali. Pakistan
Philosophical Congress Publication nº3, Lahore, 1963., pp.185-196.
Traducción del inglés
al español: Nicolás Moreira Alaniz, Montevideo, 2015.
Problema
XVII: Refutación sobre la creencia en la imposibilidad de desviarse del curso
natural de los acontecimientos.
Desde nuestra perspectiva, la conexión entre lo que se
cree ser la causa y el efecto no es necesaria. Toma dos cosas cualesquiera. Esto no es Aquello; ni puede Aquello
ser Esto. La afirmación de uno no
implica la afirmación del otro. La existencia de uno no es necesitada de la
existencia del otro; ni su inexistencia por la inexistencia del otro. Toma, por
ejemplo, dos cosas cualesquiera, tal como la saciedad de sed y el beber; la
satisfacción del hambre y el comer; el arder y el contacto con el fuego; la luz
y la salida del sol; la muerte y la separación de la cabeza del tronco; la
salud y el empleo de una medicina; la distención de los intestinos y el empleo
de un purgante, o cualquier otro tipo de eventos que se observan juntos en el
campo de la Medicina, o la Astronomía, o las Artes, o Artesanías
[Manufacturas]. Están conectados como resultado del Decreto de Dios (alabado
sea Su nombre), el cual precedió a su existencia. Si uno sigue al otro, es
porque El los ha creado de esa manera, y no porque la conexión en sí misma sea
necesaria e indisoluble. El tiene el poder de crear la satisfacción del hambre
sin el comer, o la muerte sin la separación de la cabeza, o incluso el
sobrevivir cuando la cabeza ha sido cortada, o cualquier otra cosa entre
situaciones conectadas (independientemente de lo que se suponga sea su causa).
Los filósofos niegan esta posibilidad; además, afirman su
imposibilidad. Puesto que la investigación concerniente a estas cosas (las
cuales son innumerables) puede ser de una extensión indefinida, consideremos
sólo un ejemplo, a saber, la combustión de un trozo de algodón al momento de
contactarse con fuego. Admitimos la posibilidad de un contacto entre ambos y que no resulte en la
combustión, así como también admitimos la posibilidad de transformación del
algodón en cenizas sin haber entrado en contacto con el fuego. Y ellos reniegan
de esta posibilidad.
Hay tres puntos desde los cuales se debe comenzar la
discusión del problema:
Primero, los oponentes pueden declarar que el fuego por
sí solo es agente de la combustión, y lo que es agente por naturaleza (no por
opción), no puede abstenerse de realizar lo que es su naturaleza –luego de
entrar en contacto con el sujeto que le es receptivo.
Esto es lo que negamos. Decimos que es Dios quien
–mediante la intermediación de ángeles, o directamente- es agente de creación
de la negrura en el algodón; de la desintegración de sus partes, y su
transformación en una masa humeante o cenizas. El fuego, que es una cosa
inanimada, no posee acción. ¿Cómo puede alguien probar que [el fuego] es un
agente? El único argumento surge de la observación de la combustión al momento
del contacto con fuego. Pero la observación sólo muestra que uno está junto al otro, pero no que es por él y que no tiene otra causa más que
él. Tomando otro ejemplo, no puede ser contradicho que la llegada del espíritu
y de las facultades motoras y cognitivas por el esperma de los animales no sea
un desarrollo de las naturalezas que están constreñidas en el calor y frío y la
humedad y la sequedad. Por el acto de procreación, el padre no es agente del
hijo; o de la vida, de la vista, de la audición del hijo, u otras cosas que
pueda tener. Obviamente, todas estas cosas son vistas como existentes con algunas otras condiciones. Pero, no
podemos decir que estas existen por
aquellas. Por el contrario, derivan su existencia de Dios –sea directamente, o
por intermedio de ángeles a quienes se les confía estos acontecimientos
temporales. (Este argumento es válido contra los filósofos que creen en Dios; y
son de ellos de quienes nos ocupamos aquí). Entonces, es claro que la
existencia con una cosa no prueba que
sea por esta misma.
Ejemplifiquemos. Supongamos un hombre ciego cuyos ojos
están enfermos, y que no ha escuchado de nadie la diferencia que hay entre el
día y la noche. Si un día su enfermedad es curada, y consecuentemente puede ver
colores, él supondrá que el agente de la percepción de las formas de los
colores, adquiridas por los ojos, es la apertura de los ojos. Esto no es
absolutamente falso en la medida que dada la solvencia de los ojos: y que han
sido abiertos: y que la obstrucción ha sido removida: y que el objeto coloreado
está frente a él, se sigue que debe ser capaz de ver, y sería incomprensible
que no pudiera. Pero, cuando el Sol se oculta, y la atmósfera se oscurece, él
adquirirá el conocimiento de que la luz del Sol era la causa de la impresión de
los colores en su vista. Por lo tanto, ¿cómo puede, nuestro oponente, ignorar
la posibilidad que:
(a)
entre los Principios del Ser deberían
haber causas desde las cuales fluyan los eventos temporales que son observados
como conectados unos a otros;
(b)
a diferencia de los cuerpos en
movimiento, estos eventos temporales no deberían estar sujetos a la destrucción
o eliminación por nosotros, y
(c)
que al tener esta capacidad, sólo
podríamos aprehender la separabilidad de uno y otro, y en consecuencia entender
que su causa está más allá de lo observable?
Si son fieles a sus principios, los filósofos no pueden
evitar tal hipótesis. Y es por esto que los maestros, que hay entre ellos han
acordado que estos accidentes y eventos que ocurren al momento del contacto
entre cuerpos –o, en general, al momento de relaciones variables entre cuerpos
–de hecho emanan del Dador de las Formas –quien es un ángel o ángeles. Aún así,
dicen, la impresión de las formas de los colores sobre la vista emana del Dador
de las Formas, la salida del sol, el ojo sano y los objetos coloreados son sólo
factores preparatorios y contribuyentes para hacer que el sujeto reciba una
forma. Y han extendido esta explicación a todo evento temporal. Por lo tanto,
se mantiene la refutación a quienes afirman que el fuego es agente de la
combustión: o que el pan es agente de la satisfacción del hambre: o que la
medicina es agente de la salud, y así para todas otras causas.
En segundo lugar, podemos discrepar con quien admite que
los fenómenos temporales emanan de los Principios de los Temporales, pero cree que:
La capacidad de recibir formas es derivada de estas causas que son observadas, y
existen aquí. La emanación desde los
propios Principios se lleva a cabo por medio de la necesidad y la naturaleza.
Es tal como la emanación de luz desde el Sol, la cual es involuntaria e
inevitable. Y los sujetos respectivos se distinguen uno de otro por sus
diferentes capacidades. Por ejemplo, un cuerpo pulido recibe y refleja los
rayos del Sol, de manera que otro lugar resplandece por la luz reflejada. Pero
un cuerpo sin lustre no recibe los rayos. O el aire no impide que la luz se
propague; mientras que una piedra lo impide. O una cosa se ablanda bajo el Sol,
mientras otra arde. O el Sol blanquea algo (por ejemplo, las prendas del
lavandero), pero oscurece otra cosa (por ejemplo, la cara del lavandero).
Entonces, el principio es único, pero los efectos son diversos en cuanto a las
diferentes capacidades de los sujetos receptores. De manera similar, los
Principios del Ser brindan, en forma incansable y sin retaceos, lo que pueda
proceder de ellos; cualquier falla en absoluto debe atribuirse a los
recipientes. Siendo así, toda vez que suponemos al fuego con todas sus
cualidades, y suponemos dos trozos similares de algodón los cuales son
expuestos de la misma forma al fuego, ¿cómo concebiremos que uno de estos
debería arder, y el otro no? No hay alternativa para el otro trozo.
(A partir de esta idea, vienen a descreer la historia de
que cuando Abrahán fue arrojado al fuego, no se quemó, a pesar que el fuego
continuó siendo fuego. Ellos afirman que eso no pudo suceder, a menos que el
fuego debiera estar desprovisto de calor (lo que habría puesto un final al ser
del fuego), o sino que la persona de Abrahán o su cuerpo debiera convertirse en
una piedra o alguna cosa que pudiera resistir a la influencia del fuego. Y,
agregan, ni esto ni aquello es posible).
A
esto, nuestra respuesta es doble:
En primer lugar,
diremos: No estamos de acuerdo con que los Principios no actúan por
elección, o que Dios no actúan por voluntad. La refutación a esta afirmación de
los filósofos ya ha ocupado nuestra atención en el problema de la creación del
mundo. Y una vez probado que el Agente crea por Su voluntad la combustión del
trozo de algodón al momento del contacto con fuego, la Razón considerará como
posible que El pudo no crear la combustión mientras se estaba dando el
contacto.
Si
se dice:
Esto podría llevar a que alguien sostenga el más grande
de los absurdos. Una vez negado que los efectos, necesariamente, se siguen de
las causas, y si se mantiene que un efecto es adscripto a la voluntad del
Creador, y que la voluntad en sí misma no tiene ningún rumbo particular bien
definido, pero que sus manifestaciones pueden ser variadas y arbitrarias,
entonces cada uno podría persuadirse a sí mismo de creer que:
(a)
frente a él, hay bestias feroces;
conflagraciones generalizadas; montañas elevadas, y fuerzas hostiles equipadas
con armas; y que él no pueda verlas, porque Dios no ha creado en él la visión
de estas.
(b)
Alguien que deja un libro en su casa
podría volver a hallarlo convertido en un inteligente e ingenioso joven esclavo;
o en un animal. O habiendo dejado un joven esclavo en la casa, uno puede volver
a hallarlo transformado en un perro. O habiendo dejado cenizas, uno puede
hallar almizcle en su lugar. O alguien puede hallar una piedra transformada en
oro, u oro [transformado] en piedra. Y preguntado acerca del cambio, puede
decir: “Yo no sé lo que hay ahora en la casa. Todo lo que sé es que dejé un
libro allí. Tal vez, se haya convertido en un caballo, profanando mi biblioteca
con su excremento.” O podría decir: “Dejé una jarra de agua en la casa. Tal
vez, se haya transformado en un manzanero.”
Y todo esto debería ser perfectamente comprensible, ya
que Dios es omnipotente, ¡y puede no ser necesario para un caballo el ser
procreado, o para a un árbol el crecer de una semilla! Mejor dicho, puede no
ser necesario para uno u otro el crecer de alguna cosa. Tal vez, Dios crearía
cosas que nunca habían existido antes. Entonces, alguien que ve a un hombre a
quien no había visto hasta ahora, podría vacilar en creer si este hombre nació
en absoluto. Podría decir: “Puede ser que este hombre fuera una de esas frutas
en venta en el mercado. Pero ahora la fruta se ha transformado en un hombre,
porque Dios tiene poder sobre todas las cosas, y todas estas transformaciones
son posibles. De ahí mi vacilación.”
Visualizando posibilidades de este tipo, uno podría ir
más lejos. Sin embargo, con esto es suficiente.
En
respuesta a lo anterior, diremos:
Si pudieras demostrar que en lo que se refiere a cosas
que “pueden existir”, no puede ser creado, para el hombre, un conocimiento de
que “estas no existen”, luego, estos absurdos serían inevitables. No tenemos
duda en lo referente a las situaciones descriptas por ti. Dios ha creado, para
nosotros, el conocimiento de que El no haría estas cosas, sin embargo estas son
posibles. Nosotros nunca afirmamos que son necesarias. Solo son posibles –es
decir, pueden suceder o no. Es sólo cuando algo posible se repite una y otra
vez (a fin de formar la Norma), esto es la ejecución de un rumbo uniforme en
conformidad con la Norma en el pasado, que tal cosa queda indeleblemente
impresa en nuestras mentes.
Es posible para un profeta conocer –luego de la manera
descripta por los filósofos- que un cierto viajero no volverá mañana. Aunque el
retorno es posible, se mantiene que el hecho de que no suceda puede ser
conocido. O mira al hombre común. Es sabido que él no conoce nada del Mundo
Oculto, y que sin aprendizaje no puede conocer los inteligibles. A pesar de
esto, dicen los filósofos que él puede conocer exactamente lo que conoce el
profeta, si es que su alma y su intuición adquieren suficiente fortaleza. Pero,
los filósofos saben que tal posibilidad nunca ha sucedido. Ahora, si en
momentos extraordinarios, Dios rompe la Norma en la causación de que alguna
cosa suceda, entonces nuestras cogniciones (que una cierta cosa posible “no
suceda”) se deslizarán fuera de nuestros corazones y no serán recreadas por Él.
Por eso, no hay nada para prevenirnos de creer que:
(a)
algo puede ser posible, y puede ser una
de esas cosas a las cuales se extiende el poder de Dios;
(b)
a pesar de que sea posible, podría haber
sido conocido como una regla en el pasado de que Dios no lo haría; y
(c)
Dios puede crear, para nosotros, un
conocimiento que Él no lo haría en esta
instancia particular.
Entonces, el criticismo de los filósofos no es nada más
que una obstinada manía por criticar.
Nuestra
segunda respuesta, la cual nos permitirá deshacernos del criticismo capcioso de
los filósofos, es la siguiente:
Estamos de acuerdo que el fuego es creado de forma que
cuando encuentra dos trozos similares de algodón, quemará a ambos, ya que no
puede discriminar entre dos cosas similares. Al mismo tiempo, sin embargo,
podemos creer que cuando un cierto profeta fue arrojado al fuego, no se quemó
–sea porque los atributos del fuego cambiaron, o porque los atributos de la
persona del profeta cambiaron. Así, se podría haber originado en el fuego –por Dios,
o por los ángeles- un nuevo atributo que confinó su calor en sí mismo, de
manera que el calor no fuera comunicado al profeta. Por lo tanto, aunque el
fuego retuvo su calor, su forma y su realidad, el efecto del mismo no pasó
hacia fuera. O se podría haber originado un atributo nuevo en el cuerpo del
profeta, el cual le permitió resistir la influencia del fuego, aunque no haya
cesado de estar compuesto de carne y huesos.
Vemos que alguien que se cubre a sí mismo con amianto y
se sienta sobre un horno de fuego, no es afectado por él. Quien no haya
observado esto, descreerá del mismo. Por consiguiente, el descreimiento de
nuestros oponentes acerca del poder de Dios para proveer al fuego o al cuerpo
de una persona con un cierto atributo que le impida la combustión, es como el
descreimiento del hombre que no ha observado el amianto y sus efectos. Entre
las cosas a las que se extiende el poder de Dios se incluyen hechos misteriosos
y maravillosos. No hemos [todavía] observado todos esos misterios y maravillas.
¿Cómo, entonces, puede ser propio de nuestra parte el negar su posibilidad, o
categóricamente afirmar su imposibilidad?
También, de este modo, puede verse la posibilidad de
volver de la muerte a la vida, o transformar un bastón en una serpiente. Esto
es, que la Materia puede recibir cualquier accidente. El polvo y todos los
demás elementos son transformados en plantas. Habiendo sido comidas por
animales, las plantas se transforman en sangre. La sangre se vuelve esperma. El
esperma fertiliza al útero y desarrolla en su interior un ser viviente. Este es
el curso usual de los acontecimientos a través de un largo tiempo. ¿Por qué
debería, el oponente, rechazar la creencia de que Dios puede tener el poder
para alternar la Materia a través de estas fases y hacerlo en un tiempo más
corto del usual? Y si un tiempo más
corto es admisible, no hay obstáculo contra [la admisión] del [período] más
corto.
Entonces, así es como la acción de los procesos naturales
puede ser acelerada para producir lo que se denomina milagro del profeta.
Si
se dice:
¿Esto procede del profeta en sí mismo, o de alguno de los
Principios del Ser –a petición del profeta?
Responderemos:
Cuando ustedes admiten la posibilidad de ocurrencia de
lluvias, truenos, y terremotos por el poder del alma del profeta, ¿quieren
decir que esto procede del profeta mismo, o por algún otro principio?
Responderemos a la pregunta tal como ustedes hacen con nosotros. Es el deber de
ambos relacionar esto con Dios –ya sea inmediatamente, o mediante la
intermediación de ángeles. Sin embargo, agreguemos, el momento calificado para
la ocurrencia del milagro surge sólo cuando la resolución del profeta se dirige
a este, y cuando, como un medio para fortalecer el sistema de la Ley Sagrada,
su aparición se torna condición específica para el establecimiento del Sistema
del Bien. Esto, por lo tanto, lo determinante a favor de la existencia. En sí
misma, una cosa es posible: y el Principio es generoso y abundante. No
obstante, la emanación desde Él no tiene lugar hasta que la necesidad de la
existencia del emanado opera como un determinante, y se torna condición
específica para el establecimiento del Sistema del Bien. Y no puede haber tal
condición, a no ser que un profeta tenga necesidad de ella para probar su
profecía con el fin de llevar a cabo la propagación de Dios.
Todo esto encaja muy bien en su teoría [la de los
filósofos]. De hecho, están obligados a elaborar tales conclusiones ya que han
abierto la puerta la condición especial del profeta por medio de una propiedad
que es contraria a las cualidades comunes de los hombres. Los grados de esta
condición especial no pueden agotarse [tratarse exhaustivamente] mediante la
comprensión intelectiva. ¿Por qué debería ser necesario, para alguien que cree
en cualquier grado de esta condición especial, el descreer de la afirmación
sobre esta cuando ha sido transmitida con la fuerza de un testimonio
ininterrumpido, y que encuentra su confirmación en la Ley Sagrada?
En fin, a partir del hecho:
(a)
que solamente el esperma recibe la forma
animal;
(b)
que las facultades animales fluyen en
esta desde los ángeles, que son –de acuerdo a los filósofos- los Principios del
Ser;
(c)
que el esperma del hombre da nacimiento
sólo a un hombre, y el esperma de un caballo sólo a un caballo –ya que el
origen de este último a partir de un caballo es más apto para determinar la
selección de la forma del caballo, en contraposición a todas las otras formas,
por la descendencia que, por lo tanto, puede recibir solamente la forma así
determinada. Por la misma razón, la cebada no crece del trigo, ni la manzana de
la semilla de la pera;
(d)
que, además, vemos muchas especies de
animales que crecen del polvo y no reproducen su especie –p.e., los gusanos.
Hay otras especies que crecen del polvo, pero también reproducen su especie –p.e.,
el ratón, la víbora, y el escorpión, y
(e)
que el crecimiento de estos animales
desde el polvo, y sus diferentes capacidades para recibir formas, tienen por causas
cosas que están ocultas para nosotros, y son imposible descubrir mediante facultades
humanas. Porque sus formas no provienen de los ángeles de una manera frívola o
caprichosa. Por lo contrario, sólo tal forma llega al sujeto que es
específicamente receptivo a la misma por su propia preparación [la del sujeto].
Y las preparaciones son diferentes y múltiples, y –de acuerdo a los filósofos-
sus principios se encuentran en la configuración de las estrellas, y en las
diversas relaciones de los cuerpos celestes en el transcurso de su movimiento,
es claro que los principios de las preparaciones tienen dentro de sí cosas
misteriosas y maravillosas. Por esto, aquellos versados en el arte de los talismanes
pueden usar de su conocimiento sobre las propiedades de las sustancias
minerales y de las estrellas para procurar combinaciones de los poderes
celestiales con las propiedades minerales. Entonces, toman algunas de las
figuras terrestres, y mediante la búsqueda de un horóscopo particular para
estas, pueden producir cosas misteriosas y maravillosas en el mundo. Por
ejemplo, a menudo ahuyentan víboras o escorpiones o bichos de la ciudad, o
realizan otro tipo de cosas cuya ciencia talismánica les permite.
Viendo
que los principios de las preparaciones son innumerables, y que no podemos
descubrir sus secretos o agotar su número, ¿de dónde podemos saber que sea
imposible que pueda haber ciertas preparaciones en algunos cuerpos que podrían
pasar por todas las fases de transformación en un tiempo más corto [que el
natural o común], para recibir la forma para la cual están preparados –y así
dar lugar a un milagro? Descreer en tal cosa delata una falta de espíritu de
parte del incrédulo, y su falta de familiaridad con los Seres Superiores, y su
inconsciencia sobre los Secretos de Dios (gloria a Él) en el mundo de los seres
creados y la Naturaleza. Quienes observan las maravillas que son reveladas por
las ciencias nunca dudarán en admitir la posibilidad del poder de Dios
extendido a aquellas cosas que han sido relacionadas a los milagros de los
profetas.
Si se dice:
Estamos de acuerdo contigo que es posible
que el poder de Dios se extienda sobre todo. Y tú acuerdas con nosotros que no
hay extensión de poder a aquello que es imposible. Ahora, las cosas se dividen
en tres clases: (i) aquellas cuya imposibilidad es definitivamente conocida;
(ii) aquellas cuya posibilidad es definitivamente conocida; y (iii) aquellas
respecto de las cuales el Intelecto está vacilante, sin afirmar su posibilidad
ni su imposibilidad. ¿Cuál es tu definición de lo Imposible? Si es la
combinación de afirmación y negación sobre la misma cosa, entonces dices que de
dos cosas, Esto no es Aquello, ni Aquello es Esto, y por lo
tanto, la existencia de uno no presupone la existencia del otro. Además, dices:
(a)
que Dios tiene el poder de crear
voluntad sin el conocimiento del objeto de voluntad; o conocimiento sin vida; o
(b)
que Él tiene el poder de causar
movimiento en la mano de un hombre muerto, provocando que se siente, que
escriba un libro, o ejerza algún otro arte mientras sus ojos están abiertos, y
su visión concentrada en lo que está frente a él; y
(c)
que aún así el hombre es incapaz de “ver”,
y no tiene vida o poder –porque sus acciones sistemáticas han sido creadas por
Dios, causando el movimiento en la mano, y Él mismo dirigiendo.
Cuando tal cosa es vista como posible, desaparecerá toda
distinción entre movimientos voluntarios y espasmódicos. Las acciones no
controladas serán indicadores de conocimiento o poder de parte del agente.
Además, será razonable mantener que Él tiene el poder de cambiar el Género –p.e.,
sustancia en accidente; conocimiento en poder; negro en blanco, y sonido en
aroma –así como Él tiene el poder de transformar la Materia inorgánica en
animal, o una piedra en oro. Y muchas otras absurdidades se seguirían; de
hecho, su número sería ilimitado.
La
respuesta:
Nadie tiene poder sobre lo Imposible. Lo que se entiende
por Imposible es la afirmación de algo junto con su negación; o la afirmación
de un particular junto a la negación de lo general; o la afirmación de ambos
junto a la negación de uno. Aquello que no cae bajo estos titulares no es
imposible. Y aquello que no es imposible está dentro de lo posible [potencial].
La combinación de negrura y blancura es imposible; porque
por la afirmación de las formas de negrura en un sujeto, entendemos la negación
de blancura, y la existencia de negrura. Por lo tanto, si la negación de
blancura es comprendida por la afirmación de negrura, entonces la afirmación de
blancura junto a su (entendida) negación será imposible.
No es posible para una persona estar en dos lugares al
mismo tiempo. Porque por estar en la casa, entendemos su no estar en la no
casa. Entonces, es imposible suponer su estar en la no casa junto a su estar en
la casa, lo cual simplemente significa la negación de su ser en la no casa.
Igualmente, por voluntad entendemos la búsqueda luego de que algo es conocido.
Ahora, si la búsqueda es supuesta, pero el conocimiento no, entonces no habrá
voluntad. Porque tal suposición tendrá en sí misma la negación de lo que
entendemos por voluntad.
Tampoco es posible que el conocimiento deba ser creado en
la Materia inorgánica. Porque por Materia inorgánica entendemos algo que no
tiene cognición. Si la cognición es creada en ella, será imposible denominarla
Materia inorgánica en el mismo sentido que la entendemos. Si a pesar de la
cognición recién creada, la piedra no conoce, entonces será imposible nombrar
como conocimiento está nueva creación la cual no habilita al sujeto para tener
cualquiera cognición. Entonces, esta es la razón por la cual la creación de
conocimiento en la Materia inorgánica es imposible.
En cuanto a la transformación del Género, algunos de los
Mutakallimunes creen que Dios tiene poder sobre él. Pero nosotros mantenemos
que es incomprensible que algo se vuelva otra cosa. Por ejemplo, si la negrura
[oscuridad] se vuelve poder, ¿la negrura permanece o no? Si desaparece, no se convierte,
sólo desaparece [pasa], y alguna otra cosa comienza a existir. Si todavía [la
negrura] existe junto al poder, no se convierte, pero alguna otra cosa se le
suma a ésta. Si la negrura se mantiene, y el poder no está allí, entonces no
hay devenir en absoluto. Toda entera se mantiene tal como era.
Cuando decimos que la sangre se convierte en esperma,
entendemos que una y la misma Materia ha dejado una forma para asumir otra.
Entonces, el resultado final es que una forma desaparece, y otra llega a la
existencia, mientras que la Materia se mantiene inmutable a través de formas
sucesivas. Nuevamente, cuando decimos que el agua se convierte en aire por
causa del calor, entendemos que la Materia, que ha recibido la forma del agua,
ahora ha descartado esta forma para recibir otra. Así, la Materia es común;
sólo cambian sus atributos. Igualmente, por lo tanto, podemos hablar de que el
Bastón se convierte en serpiente, o que el polvo se convierte en animal. Pero,
entre la Sustancia y el Accidente no hay Materia común. Tampoco hay Materia
común entre la negrura y el poder, o entre otros dos Géneros. Por consiguiente,
[se da] la imposibilidad de transformación en estos casos.
En cuanto al caso en el que Dios causa el movimiento de
la mano en un hombre muerto, y lo sitúa en el lugar de un hombre viviente, de
manera que pueda sentarse y escribir, mientras el movimiento de la mano resulta
en una escritura coherente, debemos decir que en sí mismo no es imposible.
Porque atribuimos todos los eventos temporales a la voluntad de Aquel que actúa
por voluntad. Pero se ha de rechazar en la medida que es subversivo al
transcurso usual de los acontecimientos. Vuestro enunciado, en cuanto que la
posibilidad de tal cosa destruirá el valor probatorio del ajuste de una acción
como indicador del conocimiento por parte del agente, no es verdadero. Porque
el agente es Dios; Él produce el ajuste, y ejecuta la acción –a través del
hombre muerto.
En referencia a vuestro enunciado en cuanto a que se
mantiene indistinción entre movimientos voluntarios y espasmódicos, diremos que
sabemos de algo así en nosotros mismos. Cuando en nuestro caso, observamos una
distinción entre los dos estados, designamos como poder a la causa de esa distinción.
Y, luego, concluimos que lo que sucede actualmente es sólo una de las dos cosas
posibles –es decir, sea el estado en el que el movimiento es producido por
poder, o el estado en el cual es no producido por poder. Entonces, cuando
miramos a alguien, y vemos muchos movimientos coherentes, adquirimos el
conocimiento de ese poder sobre los movimientos. Ahora, este conocimiento es una
de aquellas cogniciones que son creadas por Dios, y dependerá de la continuidad
del curso regular de los acontecimientos. Un conocimiento de este tipo sólo
puede hablarnos de una de las dos cosas posibles. Pero, como se mostró
anteriormente, esto no prueba la imposibilidad de la otra alternativa.