AVICENA, Sobre metafísica: (antología), traducción del
árabe, introducción y notas de Miguel Cruz Hernández, Revista de
Occidente, Madrid, 1950.
20. La creación
a) Analogía de la creación. –Toda fuerza puede ser
considerada tanto en sí misma como en su relación con aquello que
se sigue de ella, habiendo sido engendrado por ella. La relación de
todas las cosas secundarias a la primera, en general, es una relación
de creación (ibdā‘);
y así concretamente, la inteligencia posee propiamente la relación
de creación. Después, cuando un intermediario se presenta entre
ella y dos seres secundarios, se establece una relación de jerarquía
en la cual ésta implicaba el alma. A esto sigue otra relación de
creación (ḫalq);
y las cosas elementales, en tanto que son generales y corruptibles,
existen por una razón de generación (takwīn).
La creación (ibdā‘) es propia de la inteligencia, la jerarquía
fluye desde ella hasta el alma; la creación (jalq) es propia de los
seres físicos y hace subsistir todos dios; y la generación (takwīn)
es propia de aquellos seres físicos que son engendrables y
corruptibles.
b) Dependencia de lo creado respecto del Creador. –En la
opinión vulgar la dependencia de la cosa que se llama «hecha»
respecto de la cosa que se denomina «agente», es tan sólo en el
sentido en que el no-filósofo llama «hecho» a lo que se hace y
«agente» a quien hace. Este aspecto significa que aquello ha sido
creado, fabricado y hecho y que el otro lo hace existir, lo fabrica y
lo hace. Y todo esto viene a querer decir que el ser es actualizado
para una cosa por otra cosa, después de no haber existido antes el
primero.
Pero hay algunos que llegan a afirmar que si fuese posible que el
Creador no existiese, ciertamente su no-existencia no perjudicaría a
la existencia del universo, ya que el universo sólo tenía necesidad
del Creador para pasar del no-ser al ser, de tal modo que El sería
Agente sólo por esto. Pero una vez que El ha hecho al mundo y le ha
dado la existencia de la nada (‘an al-‘adam),
¿cómo podría pasar de nuevo el mundo del no-ser al ser de modo que
tuviese necesidad de un agente?
Mas esto no es así de modo alguno; por ello es preciso que
analicemos el sentido de nuestra expresión: ha creado, ha
fabricado, ha hecho existir. Y así decimos: cuando una cosa ha
sido no-existente y después existe –tras de su no existencia–
por una cosa cualquiera, decimos que es hecha (maf‘ūl);
y la cosa que se opone a ésta y por la cual aquella otra existe, la
llamamos agente (fā‘il).
Después, en la idea de acto entra la existencia y el no-ser; la
realización de esta existencia tras el no-ser es como un atributo
que se da como predicado a esta existencia. Pero el no-ser no depende
en modo alguno del agente, ni a título de cosa hecha, ni
positivamente, y sólo queda, por tanto, que tenga una dependencia en
tanto que esta existencia es, o bien la existencia de lo que no es
necesario, o bien la existencia de aquello cuya existencia debe ser
precedida del no-ser.
Si pudiese admitirse que aquello que viene precedido del no-ser no
fuese necesario por otro –y esto puede admitirse por definición–,
no existiría dicha dependencia. Por tanto, es evidente que esta
dependencia está causada del otro modo; y como este atributo es
predicado constante de los seres causados, no les conviene tan sólo
después del principio del ser, sino que esta dependencia existe
siempre y lo causado no puede jamás prescindir de su causa.
c) Creación y posibilidad. –Todo lo que comienza a
ser (ḥādiṯ)
antes de existir ha sido posible, ya que su posibilidad no ha podido
ser actualizada. Esta posibilidad es distinta de la acción efectiva
del ser que tiene poder sobre lo que tiene un comienzo, y por sí
misma no es una cosa inteligible cuyo ser exista fuera de un sujeto
de inhesión; antes al contrario, es relativa y precisa de un sujeto.
Así, todo ser que tiene un comienzo está precedido por una potencia
de ser y por un sujeto. Esta precedencia no es temporal ni local,
sino que es una anterioridad o posterioridad esencial que expresa el
empezar a ser esencial. Así, si el agente existe en sí y sin
embargo no es causa por esencia, la existencia del efecto dependerá
de la existencia de otra disposición; si ésta está allí presente
–sea una naturaleza, una voluntad decisiva o cualquier otra cosa–,
será necesaria la existencia del efecto; pero si no se encuentra
allí, será necesaria su no-existencia.
d) Jerarquía de la creación. –En la dependencia esencial
de lo creado respecto del creador hay una jerarquía. Hay creación
(ibdā‘) cuando de una cosa procede el ser de otra dependiendo
únicamente de ella, sin intermedio alguno de materia, instrumento o
tiempo; pues lo que es precedido del no-ser temporal no puede
prescindir de un intermediario. La creación (ibdā‘) es,
por tanto, un más alto grado y que la producción por generación
(takwīn) y que la producción temporal (ihdāt).
Pero se dice también creación (jalq)
en dos sentidos. En primer lugar, esto significa adquirir el ser, sea
el que fuere. Y también dar la existencia a un ser que se actualiza
por la materia y la forma, sea como fuese. Así, se llama creación,
en este segundo sentido, a todo acto existente que no haya estado
precedido de cualquier ser en potencia, por encontrarse limitado en
el ser por la materia y la forma.
En tercer lugar, creación (ihdāt)
se dice desde dos puntos de vista, uno temporal, otro intemporal.
Producción temporal (ihdāt zamānī)
significa hacer existir una cosa que no había existido en el tiempo
que precede; producción intemporal (ihdāt lā zamānī
lahu), significa dar el ser a una cosa que no poseía este ser, ni en
tal tiempo ni en otro, ni en ningún tiempo.
Pues del mismo modo que la cosa a veces empieza a ser según el
tiempo, así también otras veces comienza a Ser según la esencia.
Aquello cuyo ser empieza, es lo que llega a ser después de no
haber sido; la posterioridad como la anterioridad son, pues,
tanto por relación al tiempo como por relación con la esencia. Pues
lo que existe por sí precede a lo que no existe por sí; y todo ser
causado tenía en sí primero el no-ser y después el ser por una
causa. Todo lo que es causado es, por tanto, engendrado (muḥdaṯ);
es decir, recibe su ser por otro después de haber tenido en su
esencia el no ser. Por consiguiente, todo lo causado es por sí mismo
engendrado. Y si existiese siempre, por ejemplo, adquiriendo su ser
de aquel que lo dona, sería siempre engendrado y tendría una
posterioridad esencial en tanto que su ser existía después de no
haber sido. Pues su comienzo no tiene lugar solamente en un instante
del tiempo, sino que él es «lo que comienza a ser» en todo
tiempo y en toda su duración. Así que no puede ser «lo que
comienza a ser» después de no haber sido en el tiempo, si no es
precedido de la materia de la cual ha tomado su comienzo.
21. Modo de la creación
a) Cómo interpreta Avicena la creación según el Alcorán.
–¡Alabanza a Dios que hiende la oscuridad de la nada por la
luz del ser, y extiende sobre las esencias futuras y las moles de los
seres posibles las operaciones del bien por pura generosidad y
liberalidad pura! El ha dicho –Aquel cuyo secreto pensamiento es
santo–, ha dicho magníficamente: «Digo: yo me refugio cerca del
Señor de la Aurora.»
Este, el que hiende las tinieblas de la nada por la luz del
ser, es el Primer Principio, el Ser Necesario por sí. La aurora
del ser es uno de los concomitantes de su Bondad absoluta que
desborda su esencia concreta individual y es dirigida por e1 destino
primero. El primer ser que de El emana es su decreto inmutable en
el que no hay mal alguno, salvo lo que se oculta bajo la irradiación
de la luz primera, que es el polvo inherente a esta esencia creada de
su Esencia. Ciertamente El –¡ensalzado sea!– colocó en primer
lugar la expansión, el desbordamiento de la luz del ser sobre
las esencias posibles, a pesar del mal inherente a éstas. Y si se
pregunta: ¿por qué ha dicho «cerca del Señor de la Aurora» y no
«cerca del Dios de la Aurora» o algo de este género? Entonces es
preciso responder que es debido a que el Señor es dueño de todo lo
que está sometido. Y el que está sometido es el que no puede en
modo alguno prescindir de su Señor. Mira al niño que su padre
educa. ¿Puede, mientras está sometido, prescindir del que lo
enseña? Así, ciertamente las esencias posibles no pueden prescindir
en ningún momento de su existencia, ni en ningún estado en que se
encuentran, del desbordamiento del Primer Principio.
b) El Ser Necesario lo es también como Creador. El
Principio de todo es una esencia necesaria, pero el Ser Necesario
necesita de todo lo que existe a partir de El, pues de otro modo
tendría una disposición que no existiría, y de este modo no sería
necesario en todos sus aspectos. Si, por el contrario, una
disposición nueva fuese colocada, no en su esencia, sino fuera de su
esencia –como algunos suponen a la Voluntad–, entonces habría
que preguntarse cómo la voluntad se originaría de la esencia.
¿Acaso existe algo por voluntad, por naturaleza o por cualquier otra
causa no importa la que sea? Siempre que es colocada una cosa que
comienza a ser después de no haber sido, o bien es colocada como
nueva en la esencia del Ser Primero, o bien como no-nueva en su
esencia; y al contrario, como algo separado de su esencia. Esto nos
vuelve a nevar a lo que ya dijimos, pues si comienza en su esencia,
El mismo es invariable. Es, por tanto, evidente que el Ser Necesario
por sí es necesario bajo todos sus aspectos.
c) La esencia de Dios es irradiante . –Queremos
explicar en este capítulo que cada uno de los seres ama el Bien
absoluto con amor increado y que el Bien absoluto se manifiesta
a [todo el] que lo ama, en tanto que los
seres reciben su iluminación y se unen a El en grados diversos. La
máxima unión
con El es en verdad la recepción de su iluminación;
quiero decir del modo más perfecto que sea posible. Esta idea es lo
que los sufies llaman «unión».
Y El, a causa de su Bondad superabundante, desea que su iluminación
se extienda; pues ciertamente la existencia de todas las cosas es por
medio de su iluminación.
Así, el Bien primero por sí se nos presenta como irradiante para
todos los seres; pues si su esencia fuera por sí oculta para todos
los seres no se manifestaría a éstos, y ciertamente El no sería
conocido y nada de El podría ser dado. Y si su Esencia fuese de este
modo por influencia de otro, sería preciso seguramente que El
tuviese en su Esencia sublime, por la acción de acoger algo extraño,
la influencia de otro, y esto es un absurdo. Por el contrario, su
Esencia es per se irradiante, pero a causa de la incapacidad
de ciertas esencias para recibir su irradiación está oculto a las
miradas. Así, pues, en realidad no hay velo nada más que para los
seres velados; el velo es la impotencia, la debilidad, la
imperfección; su Irradiación es la realidad de su Esencia, pues El
no se manifestaría por sí en su Esencia si en verdad no fuese así.
Su esencia generosa, pues, es irradiante, y por esto los filósofos
le llaman a veces: «forma de la inteligencia». Pues si el Bien
absoluto no se manifestase a lo que es donado por El y si esto no
fuese donado, estas no existirían. Ya que si no existiese su
irradiación, no habría existencia. De este modo su irradiación es
causa de toda existencia.
d) La irradiación es consecuencia de la Ciencia Divina.
–Ya hemos visto, según lo que hemos dicho anteriormente, que el
Ser Necesario es Uno por esencia, que no tiene cuerpo ni existe en
cuerpo alguno, y que no puede dividirse en modo alguno. Además,
todos los seres existen gracias a El y es inadmisible que tenga un
principio bajo ningún aspecto ni una causa; ni causa de la que El
procediera, ni que El existiera en una causa, ni por una causa, ni
para una causa, de tal modo que pudiese existir por causa de algo.
Así, no se puede admitir que el flujo de todas las cosas procede de
El por medio de una decisión concebida por EL que fuese semejante a
nuestra decisión, de producir todas las cosas y de darles el ser.
Pues en este caso El tendería hacia algo que no era El mismo, y esto
conduciría a introducir la multiplicidad en 1a esencia. Habría en
El entonces algo por lo cual se propondría un fin; esto sería su
conocimiento, su ciencia de la necesidad del fin, su buen placer o
una cierta bondad existente en El que vendría a exigir esto. Tendría
acto seguido el fin y después una utilidad que el fin le conferiría,
y esto es absurdo. Por tanto, el fluir del todo no proviene de El por
vía de naturaleza, ya que la existencia del todo no procede de El
por conocimiento ni por consentimiento. Pero ¿cómo es posible esto
si El es una Inteligencia pura que conoce su esencia? Es, por tanto,
preciso reconocer que E1 está acompañado de la existencia del todo
que procede de El, ya que sólo comprende su esencia como una
Inteligencia Pura y un Principio Primero.
Así, pues, sólo conoce la existencia del todo que procede de El, en
tanto que El es su principio. Por esto no hay en su esencia obstáculo
alguno ni repugnancia a la emanación de todo ser de El. Su esencia
conoce que su perfección y su grandeza proceden de aquello que el
bien hace proceder de El y que hay en ella uno de los concomitantes
de su majestad que es amable a causa de El por sí misma. Toda
esencia conoce que emana de ella, sin que ningún impedimento pueda
mezclarse ahí; por esto se complace en todo lo que de ella procede.
El Ser Primero, por tanto, se complace en el desbordamiento del todo
que procede de El.
Sin embargo, la Verdad Primera tiene solamente por acto primero y
esencial el conocer su esencia, que es por sí sola principio del
orden del bien en el Ser. Pues comprende el orden del bien en el ser
del modo que es conveniente que sea; este orden no lo aprehende como
una inteligencia que pasa de potencia a acto, ni como una
inteligencia que pasa de un inteligible a otro, ya que su esencia
está exenta de todo lo que existe en potencia, como antes hemos
explicado, sino que lo aprehende, por el contrario, como una
inteligencia una, y todo de una sola vez.
De lo que ella conoce del orden del bien en el ser se sigue el que
conozca cómo es posible este orden y cómo podrá ser del mejor modo
posible, a fin de que de este modo el ser del todo se actualice según
las exigencias de lo comprendido por ella. Pues en ella la verdad
conocida es ella misma –como ya sabéis–: ciencia, potencia y
voluntad. Su acto de intelección es causa de la existencia, según
el modo que ha como prendido; y el ser de lo que procede de ella se
produce por vía de concomitancia y por consecuencia de su propio
ser, como una continuación de su existencia; pero no en el sentido
de que su ser existiese a causa de la existencia de otra cosa
distinta de ella misma, sino que lo hace todo en el sentido de que
ella es el ser de quien desborda toda existencia, de quien procede un
flujo que se separa de su esencia.
22. La procesión de los seres creados.
Cómo se produce la multiplicidad de los seres creados. –El
realizarse de todo aquello que procede del Ser Primero tiene lugar
por vía de concomitancia, ya que es cierto que el Ser Necesario por
sí mismo es necesario en todos sus modos, como acabamos de explicar.
Pero es inadmisible que el primero de los seres creados que proceden
de El, es decir, de las criaturas, sea múltiple numéricamente o por
la división en materia y forma, ya que entonces estaría acompañado
de algo que no puede proceder de El por sí solo o por otra cosa. Es,
por tanto, evidente que el primero de los seres que proceden de la
Causa Primera es uno numéricamente, y que su esencia y su quidditas
no existen en materia alguna, ya que ningún cuerpo ni ninguna de
las formas que son perfecciones de los cuerpos pueden ser sus efectos
más próximos. El Primer Ser Causado es una inteligencia pura, en
tanto que es una forma que subsiste sin necesidad de materia; es la
Primera de las Inteligencias separadas y parece ser el principio
motor del cuerpo mas alejado al incitarlo al deseo.
Es evidente que el Primer Ser Causado no puede ser una forma
material, y mucho menos puede ser una materia; por esto es necesario
que el primer causado sea una forma radicalmente inmaterial o, mucho
mejor, una inteligencia. También sabéis que existen varias
inteligencias y varias almas separadas: sería absurdo que su ser
fuese adquirido por el intermedio de algo que no fuese separado. Pero
también, en el conjunto de los seres que proceden del Ser Primero,
hay cuerpos; y bien sabéis que éstos no tienen ningún medio, para
proceder del Ser Primero sin intermediario; luego tienen que proceder
de El por un intermediario. Igualmente sabéis que el intermediario
no puede ser puramente uno, pues ya sabéis que lo que es uno en
tanto que es uno sólo puede producir lo uno. Con mayor razón ha de
existir este intermediario para los cuerpos de los primeros seres
creados a causa de la dualidad que exista necesariamente en ellos, o
a causa de cualquier clase de multiplicidad.
b) Multiplicidad de las inteligencias, almas y esferas
celestes. –Así, no puede haber en ellas
multiplicidad alguna –en las Inteligencias separadas–, sino del
modo que yo lo digo. Esto es: que lo causado sea posible por sí y
necesario por el Ser Primero. Es necesario porque es una Inteligencia
y porque conoce su esencia y conoce al Ser Primero necesariamente. Es
preciso, pues, que exista en ella alguna multiplicidad en el sentido
de que comprende su esencia como posible en sí, comprende también
que la necesidad de su existencia procede del Ser Primero que es
Inteligible por esencia y que, finalmente, comprende al Ser Primero.
La multiplicidad que le pertenece no procede del Ser Primero, pues la
multiplicidad de su ser es suya por esencia, no a causa del Ser
Primero; antes al contrario, es del Ser Primero de quien tiene la
necesidad de su ser, pues la multiplicidad procedente de aquello que
conoce al Ser Primero y conoce su esencia, es una multip1icidad
inherente a la necesidad de su comienzo, en tanto que procede del Ser
Primero.