viernes, 1 de febrero de 2013

Abu Hamid Al-Ghazali - Libro del Conocimiento: valor y aspectos del intelecto, relación con la experiencia y la fe.

“LA REVIVIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS RELIGIOSAS” (IHYA-ULUM AL-DIN)
Primer Cuarto “Actos de Adoración” (Rub’al-‘Ibadat)

Libro I “Libro del Conocimiento” – Sección VII - Sobre el Intelecto.
Abu Hamid al-Ghazali (1058-1111)

            Sería superfluo demostrar la nobleza del intelecto (al-‘aql), especialmente porque mediante el mismo, ha sido revelada la nobleza del conocimiento. El intelecto es origen y fuente del conocimiento, así como su base. El conocimiento nace a partir de él, como las frutas por el árbol, y la luz por el sol, y la visión por el ojo. ¿Cómo, entonces,  podría, lo que es medio de la felicidad en este mundo y en el siguiente, no ser noble, o cómo podría ser puesto en duda? Las bestias, a pesar de su escasa comprensión, respetan al intelecto, por eso las más grandes, feroces y fuertes entre ellas, le temen al hombre, porque sienten su superioridad, la cual es resultado de su ingenio. Por esto, el Profeta dijo, “La posición del jefe (shaykh) en la organización tribal es tal como la del Profeta entre su gente.”[1] Sin embargo, ésta no se da por la abundancia de riqueza material del shaykh, tampoco por su gran personalidad, o su enorme poder, sino más bien por la riqueza de su experiencia, la cual es fruto de su intelecto (‘aql). Por ello, puedes ver que los turcos y kurdos, así como los rufianes entre los árabes y otra gente, a pesar  del hecho de que están muy cerca de las bestias según su forma de vida, instintivamente, respetan a sus shaykhs. De forma similar, cuando muchos rebeldes entre los árabes tomaron la decisión de asesinar al Profeta, lo miraron y al ver su noble semblante, le tuvieron miedo, y desde su rostro brilló sobre ellos la radiante luz de la profecía, la cual estaba latente en su alma, así como lo estaba su intelecto.
            Para estar seguro que la nobleza del intelecto es percibida instintivamente, es nuestro propósito, por ello, relatar lo que dice la tradición y el Corán respecto a su nobleza. Así, vemos que en el Corán, Alá lo llama luz cuando Él dice, “Alá es la Luz de los Cielos y la Tierra. Su Luz es como un nicho dentro del cual hay una lámpara –ésta rodeada de una cubierta de cristal- el cristal, es como si fuera una estrella brillante.”[2] El conocimiento derivado del mismo es denominado espíritu, revelación, y vida. Dijo Alá, “Así, enviamos a tí el Espíritu con la revelación, mediante Nuestra directiva.”[3] Y, también, “Deberá el muerto, a quien Hemos vivificado, y para quien Hemos ordenado una luz por la cual pueda caminar entre los hombres, ser como él, cuya semejanza está en la oscuridad, de la cual no saldrá?”[4] Además, siempre que Alá menciona luz y oscuridad, quiere significar, de ese modo, conocimiento e ignorancia respectivamente, como es evidente en Sus palabras, “Y Él los sacará de la oscuridad hacia la luz.”[5] 
            (…) El Profeta, también, dijo “Lo primero que Alá creó fue el intelecto. En su creación, Alá le ordenó diciendo “Ve hacia fuera”, y salió. Luego, le ordenó diciendo, “Vuelve”, y retornó. Por eso, Alá dijo, “Por Mi poder y gloria no he creado nada tan reverente hacia Mí que tu mismo. Por ti tomo, por ti doy, por ti premio, y por ti castigo.”
            Puedes preguntar, si el intelecto es un accidente (‘arad), cómo podría ser creado antes que las demás sustancias, y si es una esencia (jawhar), cómo podría ser una esencia existente por sí misma y no estar aislada? Si pudieras responder tales cuestiones, luego deberías saber que esto pertenece a la ciencia de la revelación (‘ilm al-mukashafah), y que por tanto, no es apropiado discutirlo desde la ciencia de la religión práctica (‘ilm al-mu’amalah), la cual es la que actualmente nos interesa.
            (…) También, se relata bajo la autoridad de Hadrat Abu-Sa’id al-Khudri, que el Apóstol de Alá dijo, “Para todo hay un apoyo, y el apoyo del creyente es su intelecto; en proporción a su intelecto será su devoción.” (…) También, se relata bajo la autoridad de Hadrat ‘Umar, que un día, él mismo le preguntó a Tamim al-Dari[6], “Cuál es la máxima autoridad entre vosotros?” Tamim contestó, “El intelecto.” Por tanto, ‘Umar dijo, “Tú dices la verdad, le he preguntado lo mismo al Apóstol de Dios y me dio la misma respuesta diciendo, “Le he preguntado a Gabriel cuál es la suprema autoridad y respondió, “El intelecto”.”
            (…) También, se relata bajo la autoridad de ibn-‘Abbas, que el Apóstol de Alá dijo, “Para cada cosa hay un instrumento y una herramienta, y el instrumento del creyente es su intelecto: para cada cosa hay un pilar, y el pilar del hombre es su intelecto; para cada cosa hay un apoyo, y el apoyo de la religión es el intelecto; para cada grupo de hombres hay una meta, y la meta de los fieles es el intelecto; para cada persona hay un misionero (quien los llama a la fe verdadera), y el misionero del piadoso es el intelecto; para cada comerciante hay bienes y mercancías, y la mercancía de los estudiantes es el intelecto; para cada casa hay un guardián, y el guardián de las casa de los santos es el intelecto; para cada perdición hay una rehabilitación, y la rehabilitación de la muerte es el intelecto; para cada hombre hay una descendencia que lleva su nombre y perpetúa su memoria, y la descendencia de los santos, que lleva sus nombres y perpetua su memoria, son sus intelectos; y, finalmente, para cada jornada hay un albergue, el albergue de los creyentes es el intelecto.”

Sobre la verdad acerca del Intelecto y sus aspectos.
            Debe saberse que la gente mantiene desacuerdos en cuanto a la definición del intelecto y en cuanto a su verdad. Muchos han olvidado que el término se aplica a varias cosas, hecho que lleva a tal desacuerdo en la definición del término. La verdad, sin embargo, es que la palabra intelecto (‘aql) es un término que se usa indistintamente para cuatro significaciones diferentes, de la misma manera que el término vista se usa para varias significaciones. En estos casos, por lo tanto, ninguna definición por sí sola puede esperarse que contenga la variedad de significaciones para tal término. Por el contrario, puede tener su definición individual.
            Primero, significa la cualidad que distingue al hombre de los demás animales, y lo prepara para entender y comprender las ciencias teoréticas (nazariyah) y dominar las disciplinas abstractas (fikriyah). Esto es, exactamente, lo que dijo Al-Harith ibn-Asad al-Muhasibi cuando definió al intelecto (‘aql) como un instinto (gharizah) mediante el cual las ciencias teoréticas son comprendidas y entendidas. Es como si se tratara de una luz en el corazón preparándolo para comprender y entender las cosas. Por lo tanto, el que niega esto y limita el intelecto, solamente, al conocimiento daruriyah, está en un error porque quien esté desprevenido de la existencia de estos hechos, tal como quien estuviera profundamente dormido, en la medida que posee tal instinto, es denominado inteligente, a pesar que carece del conocimiento de estos hechos. Y, así como, la vida es instinto por el cual el cuerpo se dispone a llevar a cabo los movimientos voluntarios (ikhtiyariyah) y responder a la percepción sensible (idrakat hissiyah), también, el intelecto es instinto por el cual algunos animales están dispuestos para comprender las ciencias teoréticas. Además, si fuera concebible considerar al burro idéntico al hombre en cuanto a instintos y percepción sensible, y se dijera que no hay diferencia entre ellos, a excepción que Dios, porque así lo quiso, impregnó al hombre con las ciencias, con las cuales Él no bendijo al burro y a los animales, también sería concebible considerar a los objetos inanimados como idénticos al burro en su vivir, y decir que no hay diferencias entre ellos, a excepción de que Dios, porque así lo quiso, dotó al burro de ciertos movimientos particulares. Pero si el burro fuera inanimado y sin vida, hubiera sido  necesario decir que cada movimiento que el burro pudiera realizar debería ser generado en él por Dios en esa secuencia particular. Y, así como, es necesario decir que el burro, en su movimiento, puede no diferir de los objetos inanimados, excepto por un instinto característico del mismo expresado por la palabra vida; entonces, en el caso del hombre en relación con el animal, él difiere de ellos por su comprensión de las ciencias teoréticas mediante un instinto que es expresado por la palabra intelecto. Es como el espejo, el cual se distingue de otros objetos por su habilidad para reflejar imágenes y colores mediante una cualidad particular propia, a saber, su pulimento. Lo mismo, es verdadero para el ojo, el cual se distingue de la frente por varias cualidades y características que le permiten ver. Por consiguiente, la relación de este instinto (denominado, el intelecto) a las ciencias es similar a la del ojo con la visión; mientras que la relación del Corán y la ley a este instinto, en la medida que conduce a la separación de las ciencias, es como la relación de la luz solar a la vista. De este modo, por lo tanto, debe, este instinto, definirse y ser entendido. 
            Segundo, la palabra ‘aql es aplicada al conocimiento, que comienza a aparecer incluso en la infancia, y discierne la posibilidad de las cosas posibles (ja’izat) y la imposibilidad de las cosas imposibles (mustahilat), tal como el conocer que dos es mayor que uno, y que lo individual no puede ser en dos lugares diferentes al mismo tiempo. Esto es lo que uno de los escolásticos quiso decir cuando definió la palabra ‘aql como un conocimiento axiomático (daruriyah), por ejemplo, la posibilidad de las cosas posibles y la imposibilidad de las cosas imposibles. Esta definición es correcta, porque este conocimiento existe y la aplicación, al mismo, de la palabra ‘aql es clara. Lo que es erróneo, sin embargo, es negarlo como instinto, y mantener que sólo este tipo de conocimiento es el que existe.
            En tercer lugar, la palabra ‘aql ha sido aplicada al conocimiento que se adquiere, con el correr de los acontecimientos, mediante la experiencia (conocimiento empírico). Así, quien ha sido enseñado por la experiencia y educado por el tiempo, es, generalmente, llamado, inteligente (‘aqil), mientras que quien carece de tales calificaciones es llamado, poco inteligente, estúpido e ignorante. Aquí, por tanto, hay otro tipo de conocimiento al que se le denomina ‘aql.
            En cuarto lugar, la palabra ‘aql es usada cuando el poder del instinto se desarrolla hasta el punto que su dueño puede ser capaz de determinar cuál es su fin, y, en consecuencia, conquistará y dominará el apetito que anhela el placer inmediato. Cuando tal poder se obtiene, su dueño, en vista del hecho que se embarca en un acto de entendimiento, o se abstiene de él, solamente, luego de un examen a fondo de su fin, y no en respuesta a la necesidad del apetito carnal, es llamado inteligente. Esto, también, está entre las peculiaridades que distinguen al hombre de los otros animales.
            En cuanto a estos cuatro usos de la palabra ‘aql, debe apuntarse que el primero es la base, origen y fundamento de los otros tres. El segundo, es la derivación más cercana al primero, mientras que el tercero es un vástago de ambos, el primero y el segundo combinados, ya que mediante el poder del instinto y el conocimiento axiomático, las ciencias empíricas son adquiridas. El cuarto es la fruta y la meta última. Los dos primeros son naturales (bi-al-tab’), mientras que los dos últimos son adquiridos (bi-al-iktisab).
            (…) No hay lugar a duda, sin embargo, que existe [el instinto]; de hecho, es el origen de los otros tres, en tanto, todas las formas de conocimiento son inherentes a él por naturaleza, y sale a la luz cuando tiene lugar alguna causa que lo provoca. Tal es el caso con el conocimiento en el que pareciera no haber influencia externa alguna en su aspecto: simplemente, el mismo está latente en ese instinto y, posteriormente, aparece. Este hecho puede ilustrarse con el agua que está en las entrañas de la tierra: ella aparece al excavar y en la acumulación en el fondo del pozo y así puede ser percibida por los sentidos; sin embargo, a lo largo de toda la operación ningún elemento nuevo fue introducido.
            (…) En otras palabras, cada ser humano ha sido creado y nace como creyente; aún más, cada ser humano nace con un conocimiento inherente de la realidad; inherente en el sentido de que está dispuesto para percibir la realidad. Con la fe instalada, por naturaleza, en el alma, el hombre se ha separado en dos grupos; uno, se ha alejado de esta fe y ha olvidado todo en referencia a ella –comprende a los no creyentes; el otro, ha ponderado y recordado, y tal como quien tiene un testigo y por un momento se le ha descuidado y olvidado por completo, pero, finalmente, lo ha recordado.
            (...) Tal cosa, por lo tanto, no sería traído de los pelos, denominarla memoria (tadhakkur). Así, la memoria es de dos maneras: la primera, consiste en recuperar una imagen que ya, una vez, existió en la mente pero que ha desaparecido, mientras que la otra, consiste en recuperar una imagen que, por naturaleza (fitrah), es inherente a la mente.
            Esto es evidente para quien ejercita su interior, pero se oculta a quien se da a la ciega imitación y aceptación de las cosas afirmadas por la autoridad (taqlid) en detrimento de toda investigación y observación personal. En consecuencia, se verá, a estos hombres, enredados en éstas y otras palabras, irremediablemente perdidos de toda  interpretación de la memoria (tadhakkur) y confesión de sus almas, y continuamente imaginando que las tradiciones del Profeta y del Qur’an están envueltas en contradicciones. Tal actitud, al apoderarse de ellos, puede llevar a que se las mire con desprecio, creyendo que son totalmente incoherentes. Son como el ciego que entra a una casa, y, tropezando con algunos vasos, dice, “¿Por qué no retiran estos vasos del camino y los ponen en su lugar?”. Luego, se le explica que están en el lugar correcto y que lo que es errónea es su vista. Esto mismo es cierto para el desorden en la aprehensión, en realidad, es peor, porque el alma es como el jinete, mientras que el cuerpo representa al caballo, y la ceguera del jinete es más seria y perjudicial que la ceguera del caballo. La relación entre aprehensión [percepción interna] y la vista [percepción externa] es evidente.

 
Traducido del inglés por Nicolás Moreira Alaniz, Dep.de Filosofía, IPA, 2013.
Fuente: Nabih Amin Faris, trad., (“The Book of Knowledge,” Islamic Book Service, New Delhi, 1962).


[1] No identificado.
[2] Surah XXIV:35.
[3] Surah XLII:52.
[4] Surah VI:122.
[5] Surah V:18.
[6] A.H. 40/A.D. 660-61. Ver ibn-qutaybah, p.149; ibn-Sa’d, Vol.VII, Pt.2, pp.129-30; al-Suyuti, Husn al-Muhadarah fi-Akhbar Misrw-al-Qahirah (Cairo, 1327), Vol.I, pp.76-7.

No hay comentarios:

Publicar un comentario