FREDEGISO
DE TOURS (750-834 aprox)
“DE NIHIL ET TENEBRIS”
Sobre el ser de la Nada
Fredegiso
el diácono, a todos los fieles de Dios y a nuestro más digno señor, Carlos,
todos reunidos en este sagrado lugar.
Diligentemente,
dirigí mis pensamientos, consideré la situación y al final me pareció correcto
emprender la pregunta sobre la nada, la cual ha sido empleada por muchas
personas durante largo tiempo, pero ha sido abandonada una discusión o examen
serio, como si fuera imposible de ser explicada. Rompiendo los poderosos lazos
que parecen enredar todo, he resuelto la cuestión y pude desatar el nudo.
Dispersas las nubes, he devuelto el asunto a la claridad y he tomado cuidado
que se la confíe a la memoria postrera en tiempos futuros.
Ahora,
la pregunta se hará de esta manera: ¿La nada es algo o no?
Si
alguien respondiera “Me parece que es nada”, su negación, tal como lo supone,
lo obliga a decir que algo es nada, ya que dice “Me parece que es nada”, lo
cual es como si dijera, “Me parece que nada es algo”. Pero, si parece ser algo,
no puede parecer no ser de ninguna manera. Por tanto, la alternativa que resta
es que parece ser algo.
Pero
si ésta es la respuesta dada, “Me parece que es nada y no algo”, esta respuesta
ha de ser contrarrestada, en principio, razonando, hasta lo que permita la
misma razón humana, y luego por la autoridad –no sólo alguna autoridad, sino
sólo la autoridad divina, la cual en sí misma es verdadera y es autoridad que
por sí sola alcanza la inquebrantable certeza.
Procedamos,
entonces, razonando. Cada nombre finito significa algo. Por ejemplo, “hombre”,
“piedra”, “madera”. Así como estas palabras son expresadas, al mismo tiempo
entendemos las cosas que significan. Entonces, el nombre “hombre”, pronunciado
sin ninguna palabra diferente, designa el universal Hombre. “Piedra” y “madera”
incluye su generalidad de igual manera. Por tanto, si “nada” es un nombre, como
dicen los gramáticos, es un nombre finito. Pero cada nombre finito significa
algo. Ahora, es imposible que este algo finito no sea algo. Es imposible, por
consiguiente, que la nada, que es finita, no sea algo. Y, de esta forma, puede
probarse que existe.
Aún más,
“nada” es una palabra significativa. Pero cada significando es relativo a lo
que significa. Por tanto, por este motivo también se prueba que la nada es
imposible que no sea algo.
Nuevamente,
otro argumento. Cada significando es un significando de lo que es. Pero “nada”
significa algo. Entonces, el significando de “nada” es de lo que es –esto es,
una cosa existente.
Ahora,
más allá que hemos desarrollado al menos algunas puntualizaciones desde la
razón para demostrar que la nada no sólo es algo, incluso que es algo superior,
sin embargo, y a pesar de los innumerables ejemplos de este tipo podríamos caer
en nuevas discusiones, y desear volvernos a la autoridad divina, la cual es
salvaguarda y fundamento estable de la razón.
(...)
Los
límites de la mente, por tanto, deben ser trascendidos por la autoridad de tan
alta dignidad, donde no hay razón que la desestabilice, no hay argumentos que
la refuten, no hay poder que se le oponga.
Por
esta autoridad se declara que las cosas y en primer lugar las criaturas fueron
creadas de la nada. Por lo tanto, la nada es algo grande y digno. No puede ser
entendido cuan grande es aquello de lo cual proceden tantas cosas valiosas, ya
que no puede ser comprendido para qué han sido definidas y cual es el valor de
estas cosas generadas.
¿Por
quién ha sido medida, detalladamente, la naturaleza de los elementos? ¿Quién ha
comprendido el ser y la naturaleza de la luz, de la naturaleza angélica, o del
alma?
Por
tanto, si somos incapaces de comprehender por la razón estas cosas que he
mencionado, ¿cómo podríamos alcanzar el conocimiento de cuan digno y qué tipo
de ser es eso a partir de lo cual las cosas obtienen su origen y su género?
Podría
añadir muchas más cosas. Pero pensamos que, por las puntualizaciones hechas,
suficientemente se ha penetrado en el corazón de quien se pueda enseñar.
Sobre el ser de las tinieblas
(…)
Hay opinión, por tanto, entre algunas personas, que las tinieblas (u oscuridad)
no existen, y que es imposible que existan. Cuan fácilmente esta opinión puede
ser refutada, el lector prudente podrá reconocer, con la autoridad de la
Sagrada Escritura, una vez que se haya puesto en discusión.
(…)
El creador selló nombres en las cosas que hizo, entonces cada una de las cosas
podría ser conocida cuando es denominada por su nombre. No formó ninguna cosa
sin su palabra correspondiente, ni estableció ninguna palabra a no ser que existiera
aquello por lo que fue establecida. Si fuera el caso que Dios haya establecido
una palabra sin una cosa que le correspondiera, la palabra parecería totalmente
superflua. Y es malo decir que Dios ha hecho esto. Pero, si es malo decir que
Dios ha establecido algo superfluo, entonces el nombre que Dios impone a las
tinieblas no puede parecer, de ninguna
manera, superfluo. Pero, si no es superfluo, entonces debe estar en acuerdo con
algún método. Y si está en acuerdo con un método, es también necesario, ya que
se necesita con el objetivo de distinguir la cosa significada por él. Y,
entonces, es cierto que Dios ha establecido cosas y nombres, los cuales son
necesarios unos a otros, de acuerdo con este procedimiento.
(…)
Nuevamente, otro pasaje: “Si la luz que está en ti es tinieblas, ¡cuán grande
esas tinieblas deben ser!” (Mat. 6:23). Creo que nadie duda que la cantidad es
atribuida a los cuerpos, los cuales están divididos unos a otros por la
cantidad. Y la cantidad es algo accidental a los cuerpos. Pero los accidentes
están en un sujeto o predican a un sujeto. Luego, en la frase “cuán grande esas
tinieblas deben ser”, la cantidad se muestra siendo en un sujeto. Por lo tanto,
se infiere, mediante un argumento persuasivo, que las tinieblas no sólo existen,
sino que son corpóreas.
Y,
así, me he tomado el trabajo de escribir a Vuestra Dignidad y Prudencia, estas
pocas líneas recogidas del trabajo conjunto entre razón y autoridad, por tanto, aceptándolas en forma
rápida e inamovible, ninguna opinión falsa será capaz de seducirlo para
alejarse del camino hacia la verdad.
Pero,
tal vez, algún desacuerdo con este razonamiento pueda ser manifestado por
alguien, usted podría, teniendo en cuenta esta carta como si fuera un regla,
ser capaz de derrocar artilugios tontos sobre la base de sus fundamentos.
Traducido por Nicolás Moreira
Alaniz, Dep.de Filosofía, IPA, 2012.
De Fridigisus of Tours, On the
being of Nothing and Shadows. Translated by Paul Vincent Spade, Dep. Of
Philosophy, Indiana University, USA, 1995.
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